El cuarto valor que trabajaremos es el diálogo, las actitudes que favoreceremos son: escucha, sinceridad, discreción y amabilidad. También este valor tiene su contraparte: indiscreción falta de atención e indiferencia. A continuación algunas definiciones que nos ayudaran a comprender mejor este valor.
Comunicarse con otras personas es una actividad que hacemos cotidianamente, resulta esencial poder intercambiar con los demás las propias ideas, emociones, sentimientos. Hoy en día, el diálogo es una herramienta indispensable para poder desarrollarnos como personas y como sociedad.
La palabra diálogo viene del griego que significa a través de la palabra; cuando nos dirigimos hacia las otras personas lo hacemos con palabras, en ocasiones de manera directa y en otras, de forma indirecta.
Así mismo el diálogo requiere más de una persona. El diálogo es ponerse en el lugar del otro, para escucharle, respetarle, interesarme por lo que me quiere comunicar. Por eso se convierte en una actividad humanizadora. Es a partir del diálogo que me edifico y puedo edificar, soy capaz de ver en el otro su dignidad, por eso permito que los demás sean como son, no les impongo mi forma de pensar, ni les obligo a ser como deseo. El diálogo hace posible que nos encontremos y que podamos mejorar nuestras relaciones; es en los conflictos donde se hace más evidente la necesidad de intercambiar nuestros puntos de vista, de no imponer, sino más bien de reconocer, aquello que es verdadero, autentico y necesario para la otra persona. En el diálogo tomo en cuenta las opiniones de los demás y juntos construimos algo común, un acuerdo en el que todas las partes salimos ganando, pues reconocemos que también los demás tienen razón.
El diálogo es apertura, cuando decido ponerme en contacto con los demás y comunicarme, me abro, pues externo mi manera de pensar, mis sentimientos, mis valores, muestro algo de mí, en cierto sentido me doy a conocer.
Sin duda, el diálogo es un arte, requiere de la práctica diaria. Más aun requerimos establecer diferentes formas de dialogar, cada persona es un mundo de posibilidades, por eso no todas se expresan de la misma forma; estar atentos se convierte en una necesidad, ya que vivimos en una época llena de muchos ruidos. Hoy más que nunca buscamos la tranquilidad de una conversación, donde no tengamos que gritar, donde el otro se interese por mí.
Cuando nos podemos expresar libremente, nos sentimos alegres, brota en nosotros una sensación de bienestar que se manifiesta en nuestro comportamiento. Las palabras duras, ofensivas tienen a desaparecer en un ambiente donde soy respetado, donde soy atendido.
La palabra diálogo viene del griego que significa a través de la palabra; cuando nos dirigimos hacia las otras personas lo hacemos con palabras, en ocasiones de manera directa y en otras, de forma indirecta.
Así mismo el diálogo requiere más de una persona. El diálogo es ponerse en el lugar del otro, para escucharle, respetarle, interesarme por lo que me quiere comunicar. Por eso se convierte en una actividad humanizadora. Es a partir del diálogo que me edifico y puedo edificar, soy capaz de ver en el otro su dignidad, por eso permito que los demás sean como son, no les impongo mi forma de pensar, ni les obligo a ser como deseo. El diálogo hace posible que nos encontremos y que podamos mejorar nuestras relaciones; es en los conflictos donde se hace más evidente la necesidad de intercambiar nuestros puntos de vista, de no imponer, sino más bien de reconocer, aquello que es verdadero, autentico y necesario para la otra persona. En el diálogo tomo en cuenta las opiniones de los demás y juntos construimos algo común, un acuerdo en el que todas las partes salimos ganando, pues reconocemos que también los demás tienen razón.
El diálogo es apertura, cuando decido ponerme en contacto con los demás y comunicarme, me abro, pues externo mi manera de pensar, mis sentimientos, mis valores, muestro algo de mí, en cierto sentido me doy a conocer.
Sin duda, el diálogo es un arte, requiere de la práctica diaria. Más aun requerimos establecer diferentes formas de dialogar, cada persona es un mundo de posibilidades, por eso no todas se expresan de la misma forma; estar atentos se convierte en una necesidad, ya que vivimos en una época llena de muchos ruidos. Hoy más que nunca buscamos la tranquilidad de una conversación, donde no tengamos que gritar, donde el otro se interese por mí.
Cuando nos podemos expresar libremente, nos sentimos alegres, brota en nosotros una sensación de bienestar que se manifiesta en nuestro comportamiento. Las palabras duras, ofensivas tienen a desaparecer en un ambiente donde soy respetado, donde soy atendido.
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