La Doctrina Social de la Iglesia

Sensibilizarnos de la necesidad de ser más coherentes con nuestra fe y serlo, llevando a la vida diaria el mensaje del Evangelio, es tarea vital de todo cristiano que cree en la rendición de cuentas al final de la vida delante de nuestro Creador. La Campaña de Pastoral Social en la Diócesis ha iniciado con esta sensibilización, que si lo hemos hecho con seriedad, seguro concluiremos que no puede quedarse al principio, pues siempre nos hace falta ser más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos, a la posibilidad de ser mejores ciudadanos y ser activos constructores de comunión, luchadores de la caridad y de la justicia, camino de todo discípulo.
El ámbito primero y natural de la acción de los laicos es el mundo social (Cfr. Lumen gentium 31). Para lograr una inserción en el trabajo social, como católicos se hace necesaria la iluminación de la Doctrina Social de la Iglesia, que está abierta a todos los hombres de buena voluntad que deseen una orientación desde la antropología cristiana. El Papa Juan Pablo II decía a los Obispos de América Latina reunidos en Puebla el 28 de enero de 1979: "Cuando arrecian las injusticias y crece dolorosamente la distancia entre pobres y ricos, la doctrina social en forma creativa y abierta a los amplios campos de la presencia de la Iglesia, debe ser instrumento de formación y de acción" (Juan Pablo II, a los Obispos de Puebla. Discurso de inauguración de la III CELAM).

Aunque el término de “Doctrina Social de la Iglesia” es un término reciente, no podemos considerar su contenido como algo nuevo, tiene sus raíces en la Alianza de Dios con su Pueblo en el Antiguo Testamento y ha continuado a lo largo de la historia de la humanidad. Iluminada por la fe y respondiendo a las situaciones históricas, la Doctrina Social se desarrolló paulatinamente hasta que en el siglo XIX entró en una etapa de nuevo vigor y se ha ido enriqueciendo cada vez más con las enseñanzas sociales de los Papas siguientes.

Como muestra del antiguo Testamento habría que leer al profeta Isaías que habla de la exigencia de Dios a unir la fe y la vida social de caridad con el hermano (Cfr. Is 1,10. 11. 15-17). Las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, los demás textos del Nuevo Testamento, seguido de la doctrina de los Padres de la Iglesia, nos indican su urgencia.

Cierto es que los grandes cambios del siglo XIX, como la revolución industrial y el consiguiente crecimiento de las ciudades habían producido graves desigualdades sociales y económicas pidieron una respuesta explícita de los pastores. Entonces se debatía y se luchaba por establecer una justa relación entre trabajo y capital, surgiendo el tema conocido como “cuestión obrera”. El Papa León XIII afrontó este tema y el de la propiedad privada en su encíclica "Rerum Novarum" (1891), que se constituyó en documento de referencia y de inspiración para todas las acciones cristianas en el campo social.

El Compendio de la DSI aclara su naturaleza “No se puede definir según parámetros socioeconómicos. No es un sistema ideológico o pragmático, que tiende a definir y componer las relaciones económicas, políticas y sociales, sino una categoría propia: es « la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana ».” (Compendio de la Doctrina social de la Iglesia 72). Su contribución “…a la vida social consiste en ofrecer principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario.” (Compendio de la DSI 7).

La necesidad de principios es evidente, “Si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia” (Juan Pablo II, carta encíclica “Centesimus Annus”, n. 46).

Los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia expresados en el Compendio son: la dignidad de la persona humana, El bien común, El destino universal de los bienes, solidaridad y respeto a la propiedad privada, el principio de subsidiariedad en la organización social, la Cultura de la vida y de la Calidad de vida, La ley moral que se deriva de 3 fuentes: la Revelación, el Magisterio Social, y la conciencia.

La Doctrina Social de la Iglesia no es un cuerpo definitivo y cerrado, es una secuencia de orientaciones siempre abierta, nunca acabada, que responde a la realidad social siempre cambiante, está siempre atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades concretas de la época y de los hombres a los que se dirige. Nace de la Sagrada Escritura y se dirige a la evangelización de las realidades sociales, que han de hacerse más en favor del hombre.

Se han distribuido trípticos en las parroquias para hablar de manera sencilla de este tema, para las personas que quieran conocer y reflexionar todo esto pueden consultar: El compendio de la Doctrina Social de la Iglesia directamente en la siguiente dirección: http://www.vatican.va/
Participa con la Iglesia a mejorar la condición humana.

P. Apolinar Torres O.
Para Periódico El Heraldo

1 comentario:

Rudy Argenti dijo...
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