ABC DE LA PASTORAL SOCIAL

PASTORAL SOCIAL: UNA PROPUESTA PARA PLASMAR LA FE EN LA VIDA

Debemos iniciar diciendo que en la misión de la Iglesia hay tres vertientes o dimensiones de acción: profética, litúrgica y social. Aquí nos ocuparemos de la tercera vertiente, sin olvidar que la acción de la Iglesia es una, y que las tres dimensiones están presentes en toda acción evangelizadora, y se implican mutuamente, además de que no pueden separarse en la acción. Son interdependientes.

El cristiano oye la palabra, recibe los sacramentos, hace ejercicios de piedad, pero parece que todo esto no tiene consecuencias en su vida pública y privada. Estados y sociedades la mayoría católica se organizan y estructuran al margen –y frecuentemente en oposición- a los valores cristianos: sistemas económicos carentes de sentido humano y comunitario; vida social en donde se profundiza la desigualdad y crece la violencia.

La Pastoral Social organiza la vida de caridad de la Iglesia. Premisa indispensable no es limitar la caridad a la limosna o la asistencia; ni establecer separaciones artificiales entre caridad y justicia, pues una y otra se implican y necesitan. La justicia social es expresión máxima de la caridad.

La Pastoral Social propone que la Palabra anunciada y celebrada llegue a plasmarse en la vida de los cristianos; primero al interior mismo de la comunidad eclesial, única forma de que ésta se constituya en testimonio de Jesús; y en segundo lugar, fuera de ella, impregnando las estructuras sociales y adelantando así la llegada del Reino de Dios.


¿QUE ES “PASTORAL SOCIAL”?

El concepto de “Pastoral Social” tiene relativamente poco tiempo de ser aceptado y usado, porque anteriormente se le llamaba “Acción Social”, pero este término originaba muchas confusiones, de tal manera que poco a poco se va utilizando el término “Pastoral Social”. Este término se utiliza por primera vez en el Segundo Congreso Latinoamericano de Cáritas, Bogotá 1965, y es sólo a comienzos de los ‘80s que ya definitivamente se acepta y usa el término “Pastoral Social”.

La Pastoral Social tiene elementos que la definen: es una acción desde la reflexión y la contemplación. Es una vivencia de la caridad cristiana y, en consecuencia, es una acción de toda la Iglesia. Veamos algunas descripciones que nos dan elementos para una definición de la Pastoral Social:

La Pastoral Social consiste en la acción orgánica de todo el Pueblo de Dios, que se esfuerza en la construcción de un orden temporal que permita a los hombres la realización de su vocación total.
Es la actitud de servicio por la cual la Iglesia, Pueblo de Dios, se hace presente en la sociedad, en sus personas y estructuras, para orientar y promover el desarrollo integral del hombre, de acuerdo a los principios evangélicos.
La Pastoral Social, prolongación de la acción de Cristo, que vive y actúa resucitado en medio de sus discípulos, en la búsqueda de la liberación integral del hombre, es por su propia naturaleza un proceso eclesial en medio de las actividades seculares; por tanto, exige una conciencia de Iglesia, crea una comunidad de amor, busca dar testimonio de unidad, requiere comunión con los pastores y, bajo el dinamismo del Espíritu, realiza acciones conjuntas y eficaces.
Es la constante autoconstrucción de la Iglesia, en la que toma parte la comunidad completa de la misma, con el fin de vivir y hacer vivir el amor de Dios a través del amor fraterno.
Es la acción del Pueblo de Dios en la sociedad como fermento, sal y luz, transformándola por el testimonio y la acción para que sea más justa solidaria y fraterna, anunciando así los valores del reino definitivo.
Es la acción social por la cual la Iglesia se hace presente en la sociedad, en sus personas y en sus estructuras, para animar, ayudar y orientar y promover la liberación integral a la luz del Evangelio.
Pastoral Social es la aplicación del pensamiento social de la Iglesia a la Evangelización de la sociedad concreta en que vivimos.
La Iglesia reivindica como derecho y deber propios la práctica de una Pastoral Social, no en la línea de un proyecto puramente temporal, sino como formación y orientación de conciencias, por sus medios propios y específicos, para que la sociedad sea más justa.
Es promover la organización sistemática de la tercera dimensión de la Pastoral, de modo que la palabra anunciada y celebrada llegue a plasmarse en la historia concreta de la vida humana.
Es la expresión viva y concreta de una Iglesia plenamente consciente de su misión de evangelizar las realidades sociales, económicas, culturales y políticas del mundo.

En el Directorio para la Pastoral Social en México se nos da la siguiente definición:

Pastoral Social es la acción evangelizadora de la Iglesia que tiene como misión animar a la luz del Evangelio y la enseñanza social de la Iglesia, el proceso de transformación de la realidad social en México, con el protagonismo de los pobres y excluidos, para construir en armonía con la creación, una sociedad justa, fraterna y solidaria, signo del Reino de Dios.


Características de la Pastoral Social

Nace de la Palabra de Dios (Tradición y Sagrada Escritura). De ahí toma la pastoral social su inspiración e iluminación, la sustancia del mensaje que transmite, los valores que busca trasladar a la sociedad humana; a la luz de la palabra, leída e interpretada en comunidad cristiana, descubre la realidad y percibe el plan de Dios sobre cada momento de la historia.

La Palabra de Dios fundamenta la visión sobre el hombre, el destino de los bienes del mundo, el sentido de las relaciones sociales, el sentido del poder y autoridad como servicio (cfr. OA 4).

Es prolongación de la acción de Cristo. Con Jesucristo se inicia la historia nueva. La Pastoral Social hace presente a Jesús, compartiendo la vida, las esperanzas y las angustias del pueblo, y muestra, por el testimonio, que Él es el Cristo creído, proclamado y celebrado por la Iglesia.

La Pastoral Social prolonga la acción renovadora y liberadora de Cristo que vive y actúa resucitado en sus discípulos. Cristo, Buen Pastor, elige, segrega y enriquece con su Espíritu a unos hombres y mujeres, y los devuelve a la humanidad convertidos en testigos y fermento de su Reino.

Es eclesial. Las profundas transformaciones de la sociedad, los nuevos condicionamientos culturales, particularmente la secularización y la autonomía de lo temporal, han traído una profunda revisión de la misión eclesial de servicio al mundo y del testimonio de la caridad. La Pastoral Social pertenece a la misión de la Iglesia. El proyecto del Reino de Dios incluye entre sus metas la promoción integral del hombre (cfr. GS 45).

Hoy crece la conciencia de que la diaconía es signo del amor, germen del Reino de Dios; además existe una unión inseparable entre evangelización y promoción integral del hombre (cfr. EN 31). Es verdad, la liberación de Cristo queda mutilada si olvidamos que dentro de la acción pastoral, también debe haber la transformación del hombre, sujeto de su propio desarrollo individual y comunitario. La acción pastoral está incompleta si no se tiene en cuenta la transformación del hombre y la sociedad.

Uno de los grandes desafíos de la Iglesia es convencer a los cristianos que ellos son sujetos de la Pastoral Social “en primera persona”, y que esta responsabilidad no se cumple con el recurso fácil de la limosna, o el pensar de que “otros lo harán”, o “eso le toca la párroco o al obispo”.

Cuando intervenimos en lo social, no lo hacemos como una institución cualquiera de beneficencia o desarrollo social, sino en nombre y por mandato de La Iglesia. Cuando anunciamos y testimoniamos la llegada del Reino de Dios –Reino de Justicia, Verdad y Amor- estamos hablando de un trabajo que exige no sólo una visión profunda y concreta de la realidad humana, sino también una fuerza que se llama gracia, algo que no proviene de medios puramente humanos, sino del Espíritu.

Se inserta en la Iglesia local. El trabajo de Pastoral Social debe crear una comunidad de servicio. La comunidad cristiana no debe quedarse en reducirse en el cumplimiento de prácticas rituales y delegar a unos cuantos el deber de la caridad.

Es una dimensión esencial de la Pastoral Orgánica. La Evangelización tiene una dimensión social, de otra manera es una acción incompleta. La Pastoral Social es una tarea intraeclesial; hace presentes los rasgos del amor evangélico; y es criterio de autenticidad de las otras funciones eclesiales:
- La catequesis y la liturgia se encarnan en la cultura y en la realidad histórica y social;
- La catequesis y la liturgia asumen a la persona, reconocen su dignidad y sus derechos;
- La catequesis favorece la opción por una evangelización en la promoción humana.

Es fruto de la virtud de la caridad. La caridad entendida como amor-ágape es la virtud constitutiva de la Pastoral Social y de sus estructuras. Es su espíritu. La Pastoral Social carece de razón si no se la fundamenta en el anuncio y testimonio del amor-ágape o caridad evangélica.

Es importante rehabilitar la caridad, porque no se la debe reducir a la limosna ni oponerla a la justicia, porque la caridad es dimensión esencial del cristiano, ya que quien ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso; la caridad es el amor derramado en el corazón por el Espíritu Santo que se nos ha dado ya que ese amor es el que realiza al hombre nuevo; la caridad suscita los mayores compromiso en la liberación de los pobres y oprimidos, ya que las obras de caridad son verificación de la fe.

El verdadero amor que es seguimiento a Cristo no tiene sentido si no se expresa en la conversión profunda de las conciencias y de las estructuras conforme a las exigencias de la justicia. Hoy la santidad no es posible sin un compromiso con la justicia, sin una solidaridad con los pobres y oprimidos.

SERVICIOS DE LA PASTORAL SOCIAL

Servicio Profético (anuncio de la Buena Nueva y denuncia de las situaciones de injusticia). La tarea profética tiene una importancia capital, ya que hoy se viven profundas injusticias sociales, creciente brecha entre ricos y pobres con la existencia de grandes grupos que viven en la extrema pobreza, violaciones de la dignidad de la persona y otras graves situaciones que laceran nuestra vida y piden ser atendidas. En muchas de estas realidades la Iglesia es la única voz que se puede oír para anunciar la paz y denunciar la injusticia.

El profeta denuncia los abusos e injusticias; es el defensor de los pobres, de los desvalidos, del hombre que no encuentra lugar en las formas institucionales. Pero la profecía es también anuncio. El profeta discierne la voz de Dios en la historia partiendo de la realidad; discierne para llamar a la conversión; recuerda el amor de Dios y sus exigencias.

La Pastoral Social, como dimensión de la acción evangelizadora de la Iglesia, asume la función profética. Trata de conocer la realidad con todas sus complejidades, comprende y escucha para anunciar y denunciar.

La Pastoral Social debe promover un verdadero diálogo para que los participantes confronten sus puntos de vista e intereses: compartan experiencias y conocimientos, sin imponer la opinión personal. Se debe animar un auténtico discernimiento.

Para el recto discernimiento, es importante seguir principios y criterios que ayuden a esclarecer lo que en verdad quiere Dios para el hombre, y esto lo ofrece la Doctrina Social de la Iglesia. La evangelización va unida a una cristología (Verdad sobre Jesucristo), una eclesiología (verdad sobre la Iglesia) y una antropología (verdad sobre el Hombre) de tal manera que la Pastoral social va en la línea de la formación y orientación de las conciencias para que la sociedad sea más justa (Juan Pablo II, Viaje Pastoral al Brasil).

Servicio de Promoción de la Comunidad. El gran obstáculo a la promoción integral del hombre no está en los males individuales, sino, y sobre todo, en las estructuras injustas, inhumanas y opresivas, que Medellín llama estructuras de pecado institucionalizado. Denunciarlas es una diaconía, pero no basta quedarse en la denuncia, es necesario ayudar efectivamente a cambiarlas.

Se debe idear nuevos modelos sociales en donde la solidaridad sea una realidad, trabajo difícil en esta nueva situación de globalización, en donde parece que incluso el pecado personal y colectivo también se globalizan.

La justicia es la virtud de la promoción humana: su impulso y su fin. La justicia es el presupuesto de todo amor verdadero; pero no estaría bien orientada una Pastoral Social si se toma como raíz y centro una justicia no orientada y animada por la caridad, esencia de esa misma Pastoral.

No hay promoción posible, sino dentro de una comunidad en la que la persona tenga la oportunidad de despertar sus virtualidades. La Iglesia impulsa la organización popular, no la dirige, por eso imparte una sólida educación en la fe y una doctrina social.

La promoción humana implica despertar la conciencia del hombre en todas sus dimensiones, y ayudarle a ser protagonista de su propio desarrollo. La Iglesia ha sido bienhechora de los pobres, pero eso no significa que su ideal no es ser la institución rica que distribuye dinero a los pobre, sino la Iglesia pobre que realiza el espíritu de las bienaventuranzas que predica.

En la promoción del hombre y de la comunidad se deben evitar varios peligros como: el paternalismo, el quedarse en un mero asistencialismo o una mera ayuda filantrópica, o bien la desviación a la ideología marxista.

Servicio de Formación de la Conciencia Cívica. Las relaciones políticas, tanto al interior como al exterior entre las naciones, son también materia de Pastoral Social.

La política tiene dos acepciones principales:
En sentido estricto es la gestión del bien común a través del ejercicio del poder y la autoridad, en sus diversas formas, por medio de personas e instituciones (cfr. GS 74).
En sentido más amplio, es la participación en la promoción del bien común. Todos y cada uno de los miembros de la sociedad tiene el derecho y el deber de participar en la construcción de una mejor comunidad y sociedad con diferentes acciones: culturales, sociales, pastorales, etc.

Es evidente que ahora se tiene una mayor conciencia de la importancia de la participación y de la acción política para la transformación de la sociedad. Se ha pasado de una contemplación pasiva y resignada a la seguridad de que el mundo es algo que se debe construir y se puede cambiar con la participación.

Sin embargo, también el ambiente político se ve de una manera muy negativa, ya sea por los excesos del poder, ya sea por la promesas no cumplidas, ya sea por la falta de justicia pronta y expedita que no se ve por donde puede llegar, ya sea por la corrupción que en muchas dependencias de gobierno existen, ya sea por la indiferencia de parte de las autoridades para ayudar realmente al necesitado, ya sea por los programas de ayuda que solamente son de tipo populista y partidista.

La complejidad del hecho político y la autonomía temporal hacen difícil la relación entre fe y política, y plantea un verdadero desafío a la Pastoral Social que invita al cristiano a tomar conciencia de su responsabilidad política (cfr. GS 76).

Principios orientadores:
Iglesia y Política están al servicio de la vocación personal y social de los hombres.
El cristiano debe ver implicada su fe en las opciones políticas que asuma.
No es posible deducir de la fe proyectos políticos concretos, pero la fe puede dar principios de orientación y criterios de verificación y valoración.
La fe introduce en el ámbito político exigencias éticas: dignidad de la persona, respeto a los pobres, defensa de los débiles, condena de los totalitarismos, supremacía de los valores del ser sobre los del dinero, etc.
La fe ejerce una función crítica a las concreciones de la praxis política.
La acción responsable de los cristianos en el ámbito político se presenta como criterio de autenticidad y credibilidad del anuncio evangélico.

Servicio de Misericordia. La primera labor que tradicionalmente aparece como expresión de caridad y servicio es la de las obras de asistencia: aliviar el dolor, la miseria, la ignorancia, etc.

Es cierto que se corre el riesgo del “paternalismo” o “asistencialismo”, pero es también parte de la labor de la Pastoral Social: el aliviar de manera inmediata la necesidad del otro. Hoy se descubre que el alivio de las necesidades económicas, sociales y culturales que urgen en el momento, es objeto propio de la Pastoral Social.

Quien se encuentra en una necesidad que lo hunde en la miseria tiene derecho a ser asistido. Por justicia se da obligatoriamente, por amor se da generosamente.

Todo sistema racionalizado de servicios sociales en el área de la salud, de la nutrición, de la alfabetización, etc., lleva consigo dimensiones económicas y financieras que tienen el peligro de apagar la inspiración, la delicadeza, la gratitud del amor de caridad. Se corre el riesgo de medir la perfección del servicio social únicamente por su calidad técnica y su eficacia material, sin preguntarse si se lleva a cabo con amor o sin amor.

Por eso, lo que el mundo de hoy necesita y requiere de la Iglesia, en este campo, es que los sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares cristianos, consagrados a la pastoral del servicio de asistencia posean, junto a la perfección técnica y a la capacidad profesional, un espíritu que anime su trabajo y su ambiente, para difundir la caridad en los sistemas racionalizados de servicio social.

Por otra parte, junto a las pobrezas tradicionales: desempleo, carencia de habitación, enfermedades, analfabetismo, desnutrición, etc. aparecen nuevas miserias, tan dolorosas o más que las anteriores: droga, prostitución, desadaptación de adolescentes y jóvenes, familias desintegradas o seccionadas, mujeres solas con la responsabilidad de ser papá y mamá, etc.

Le toca a la Iglesia continuar con la acción de Jesús que se compadecía y daba solución a las necesidades de la gente de su tiempo. Es parte de la Pastoral Social hacer patente la presencia de ese Dios Amor que se interesa por su pueblo, que oye los gritos de su pueblo, que ve la situación en que vive y que no se queda indiferente, sino que actúa a favor de sus elegidos.


TAREAS DE LA PASTORAL SOCIAL

La Pastoral Social esta llamada a evangelizar humanizando. Cualquier acción o proceso, que se realice o se impulse como presencia evangélica en el mundo desde la situación de los pobres, marginados y excluidos, es para hacerlos sujetos de la historia. Las tareas que concretan el amor preferencial por los pobres y marginados son la asistencia, la promoción, la liberación y la aceptación fraterna.

Estas tareas propias de Pastoral Social, implican un conjunto de objetivos, pasos, medios y actividades que han de realizarse para analizar y enfrentar las situaciones o problemáticas que se viven, poniendo en marcha experiencias alternativas que permitan ir transformando, las actitudes personales que hacen difícil la convivencia, el ámbito social, que hay que humanizar y organizar, y las políticas públicas que dan cauce legal a la atención a las exigencias del bien común.

El Discernimiento Evangélico de la Realidad.

Mediante el discernimiento evangélico de la realidad se trata de discernir “las opciones y los compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que se considera de urgente necesidad en cada caso” (OA 4).

Este método es una verdadera experiencia espiritual de encuentro con Jesucristo vivo y presente en la historia. Es, por tanto, una experiencia que nos lleva a la conversión, a la comunión y a la solidaridad. Este encuentro con Jesucristo, el apóstol de la Pastoral Social lo hace principalmente en la persona de los pobres, con los que Cristo se identifica, e implica necesariamente un proceso personal e reencuentro y reconciliación con Dios, de reincorporación a la comunidad y de compromiso social, la búsqueda del perdón a través del arrepentimiento sincero, el propósito de enmienda, el rechazo del mal y del desorden y el rescate de los valores perdidos.

El método del discernimiento evangélico de la realidad social supone de quienes lo realizan una actitud creyente, con la capacidad de mirar la realidad de forma contemplativa. Sus pasos son tres: conocer la realidad (ver), a la luz del Evangelio (juzgar) y discernir las opciones y asumirlas (actuar).

Conocer la realidad. Es analizar la realidad en la que estamos inmersos, observarla de cerca y en profundidad para conocer mejor todos los factores que intervienen en ella. Analizamos la realidad porque queremos transformarla.

Este primer paso del discernimiento nos pide que hagamos un diagnóstico de la realidad. Si éste es acertado, las propuestas de acción serán eficaces.

A la luz del Evangelio. Es compara lo que pasa con lo que quisiéramos que pasara, de acuerdo al designio de Dios sobre la humanidad. Esto nos permite tomar una postura, tener una opinión, ser críticos. Tenemos que confrontar la realidad con nuestros puntos de referencia, con los valores y contravalores que se viven en la actual situación. Se trata de expresar lo que pensamos de la situación analizada y cómo nos gustaría que fuera.

Discernir las opciones y asumirlas. Es desarrollar acciones con objetivos de transformación ante las situaciones analizadas y enjuiciadas y es tomar conciencia de que nuestras propuestas de acción ya son en sí alternativas.

Es plantear las denuncias, las reivindicaciones, las acciones educativas y organizativas: ¿Qué pretendemos hacer? ¿con quién? ¿qué medios vamos a utilizar? ¿cuándo lo vamos a hacer? ¿cómo vamos a revisarlo?

La Asistencia Social: ayudar sin hacer daño.

La asistencia social (como ya se dijo) es una acción destinada a remediar una necesidad inmediata y concreta, se propone asistir a los necesitados. Jesús la practicó de forma explícita y generosa.

La asistencia social requiere una tipología de pobreza, ya que implica una serie de matices propios que habrá que distinguir entre los pobres:
a) Quienes viven situaciones de pobreza extrema, marginación, exclusión y alguna forma de vulnerabilidad, ancianos, analfabetas, enfermos de SIDA, etc.
b) Quienes sufren discapacidad y el abandono de los suyos, que sufren disfuncionalidad soledad, rechazo, marginación, estigmatización social, pérdida de autoestima, etc.
c) Quienes son víctimas de adicciones desintegradotas de su personalidad y de su desarrollo básico.
d) Quienes forman parte de la población desocupada-rechazada para el trabajo productivo, obligada a la inactividad o subactividad.
e) Quienes sufren reclusión en las cárceles, penitenciarías o centros de readaptación social y sus familiares; los perseguidos por la justicia o por otras causas.
f) Quienes son víctimas de la exclusión que produce la globalización porque han quedado lejos de los nuevos lenguajes universales, e inhabilitados para los nuevos procesos de producción.
El amplio espectro de situaciones que requieren de asistencia social hacen de esta una urgencia vital, a la que no se puede responder con una vaga “beneficencia” sino con programas que tengan como criterio principal el desarrollo básico de las personas.

La asistencia social tiene mucho por hacer en la promoción de la solidaridad en las familias y en las diferentes instituciones para atender de manera digna y eficaz a los casos individuales. Movilizar la solidaridad a través del voluntariado permitirá despertar las capacidades, aunque sean limitadas, de quienes son asistidos.

La Promoción Humana: pasar de situaciones menos humanas a situaciones más humanas.

Aquí se tiene la tarea de despertar la conciencia social, fortalecer la capacidad de liderazgo y animar el surgimiento de procesos comunitarios, procurando el fortalecimiento de redes locales y el mejoramiento de la calidad de vida. La promoción humana busca la creación de estructuras sociales, que dentro del marco de la justicia, equidad y participación, impulsen la inclusión de todos y todas en el desarrollo integral de la comunidad local, nacional e internacional.

El verdadero desarrollo es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas. Se trata de un desarrollo integral y solidario.

Ahora bien, para la promoción de este desarrollo se requiere realizar actividades de tipo educativas, ya que la educación es la base para un cambio individual y colectivo, que implica la dignificación de personas y pueblos. Esta tarea educativa es lenta y progresiva ya que debe provocar un compromiso personal y colectivo.

La Acción Social Transformadora: incidir en el cambio de estructuras.

Se trata de ir cambiando las “estructuras de pecado” que impiden la solidaridad y el bien común, para ir conformando estructuras más acordes con las exigencias del Reino de Dios. Implica ayudar a las comunidades cristianas para que sean capaces de fermentar una amplia movilización de grupos sociales que tengan como objetivo la superación de la comunidad promoviendo la capacitación, participación y organización de los grupos populares para que lleguen a incidir en un cambio social de las “estructuras de pecado” que general las desigualdades sociales.

Para poder dar esta respuesta de manera adecuada y con capacidad de incidencia transformadora es necesario:
a) articular todos los esfuerzos;
b) hacer las vinculaciones necesarias para fortalecer los procesos donde se descubre una justa lucha por los valores del Reino;
c) trabajar en equipo para facilitar la corresponsabilidad en las propuestas, la planificación y la ejecución de actividades, sin protagonismos personales.

La Aceptación Fraterna: rehacer el tejido social.

Otra tarea fundamental de la Pastoral Social es la promoción de la aceptación fraterna. En un mundo marcado por la desigualdad, por la diversidad y por las consecuencias de la violencia como son el odio y el resentimiento, se hace necesario rehabilitar a los sujetos individuales y colectivos para la convivencia fraterna, esto lo hace promoviendo la recomposición del tejido social, el desarrollo humano y comunitario, la resolución evangélica de los conflictos y la transformación de las relacones para que la competencia se transforme en colaboración y la rivalidad en vida fraterna. En el proceso de recomposición del tejido social, no podemos pasar por alto la necesidad de encontrar la verdad histórica, pues la experiencia del perdón requiere conocer la verdad de los hechos y los responsables de los mismos.

Profundizar y Difundir la Doctrina Social de la Iglesia.

La Doctrina Social de la Iglesia, que sólo el Magisterio puede autentificar, se ha inspirado siempre en la experiencia de los cristianos. Para aportar a la elaboración de la Doctrina Social de la Iglesia, es preciso compartirla, no mirarla desde fuera. Los Sumos Pontífices, desde León XIII, sin cesar han dado a la Iglesia un servicio invaluable al profundizar, actualizar y difundir la Doctrina Social de la Iglesia.

Se trata de conocer, asimilar y poner en práctica las enseñanzas del Magisterio, ya que la Doctrina Social es el “alma” de la Pastoral Social. Esta doctrina no es un cuerpo definitivo y cerrado, es una secuencia siempre abierta, nunca definitivamente acabada.

Promoción, Asistencia y Difusión de la Doctrina Social de la Iglesia son las tareas fundamentales de la Pastoral Social.

LINEAS DE ACCION PARA NUESTRAS PARROQUIAS Y DECANATOS

Un trabajo organizado, planificado y programado es siempre muy útil para que sea eficaz y nuestras fuerzas no se desgasten en acciones aisladas y sin futuro.

1. Es muy deseable que en la Parroquia se tenga un Plan de Pastoral que oriente la acción evangelizadora.
2. Si se tiene el Plan de Pastoral, entonces ahí se cuenta con un diagnóstico de la realidad, que nos dará las urgencias y prioridades para iniciar el trabajo en lo Social.
3. De acuerdo a su situación y capacidad de cada parroquia, formar un equipo de personas que tengan inquietud en lo social, para que sean el equipo de Pastoral Social Parroquial.
4. Una vez formado el equipo, recibir una capacitación sobre el ser y el hacer del Equipo Parroquial de Pastoral Social (EPPSO).
5. De acuerdo a las urgencias de la parroquia, el EPPSO en unión con el párroco eligen aquello que sea prioritario y sobre lo cual se va a trabajar.
6. Se elabora un plan de trabajo en Pastoral Social.

Para la capacitación del EPPSO se puede pedir el apoyo de la Comisión Diocesana de Pastoral Social. Esta capacitación consiste en tener un conocimiento suficiente en Doctrina Social de la Iglesia; Ubicación de la Pastoral Social; Metodología de análisis de la realidad; Metodología para una planificación participativa y eficaz.

El seguimiento de los EPPSO se puede dar a nivel decanato. El encargado a nivel decanato tendrá la tarea de ver el caminar de estos equipos, y junto con ellos ver que se puede realizar a nivel decanato, para responder a las necesidades de las parroquias, y qué subsidios se pueden pedir al CODIPAS.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Secretariado Latinoamericano de Caritas (SELAC), Pastoral Social, Bogotá 1990.
Alfonso A. Cuadrón, Manual de Doctrina Social de la Iglesia, BAC, Madrid 1993.
CEM, Directorio para la Pastoral Social en México, México 2005.


1 comentario:

Teresa Soto Vélez dijo...

Gracias a la parroquia por este artículo, me ha servido para poder entender y diferenciar conceptos como: tareas. principios, servicios, asistencia social, promoción humana de la pastoral social. Soy pastoralista en mi parroquia de Tuluá Valle del Cauca Colombia, estamos todavía en eventos y queremos plasmar un buen proyecto social.
Hace ya tres años tenemos el programa, reciclando con generosidad para compartir amor. Es nuestro programa bandera.
Un saludo, Dios los bendiga por tan valiosa ayuda.
Teresa Soto Vélez
teresasotov@gmail.com