El quinto valor que trabajaremos es el AMOR, con las actitudes de donación, servicial, compasión, generosidad. También este valor tiene su contraparte: indiferencia, egoísmo insensible.
Para todo ser humano es muy familiar el término Amor, las descripciones acerca de él lo relacionan con un sentimiento afectivo que se experimenta principalmente hacia las personas, y que se enfoca a desear el bien.
También podemos relacionarlo con la eternidad, es decir con algo que no muere, y en cierta forma esta expresión nos ayuda a darnos cuenta que el amor trasciende las barreras de un sentimiento, que por naturaleza es pasajero y lo ubica en el terreno de los valores, como algo que está más allá del tiempo.
Es propio de nosotros que habite el deseo de amar y ser amado. Todo ser humano ha sido ya tocado y fascinado por el amor. Nuestra vida ha estado marcada por ello, incluso nuestras heridas han sido por que el amor que tenemos hacia los demás pero no correspondido.
Cuando hablamos del amor pensamos que lo contrario es el odio, pero no lo es así, lo contrario al amor es la indiferencia. El odio es muchas veces la reacción a un amor no correspondido y es tan intenso el odio como el amor, que puede transformarse nuevamente en amor.
La indiferencia es lo realmente contrario al amor, pues me encierro en mí mismo, no dejo que nadie se acerque a mí, soy frío e insensible. Rechazo todo lo bueno y me niego a ser bueno con la otra persona. El indiferente se empobrece y queda interiormente vacío.
Pues el amor sólo se conserva cuando se regala. Nunca encontraremos la felicidad si la buscamos para nosotros mismos. Muchas personas buscamos la felicidad en el amor. Somos felices cuando nos sentimos amados. Pero el amor no se deja retener. Sólo fluye en mí si lo regalo continuamente, y no sólo a quien me ama, sino también a otros seres humanos. De lo contrario, se convierte en egoísmo de dos personas, en una simbiosis que, tarde o temprano, terminará sofocando la vida. El amor compartido con muchas personas es el camino a la felicidad. Un amor que no se puede compartir con otros es demasiado pequeño para poder hacernos realmente felices. Por eso el amor presupone un corazón grande, pues en un lugar estrecho no se puede respirar, por eso requerimos de la amplitud y la libertad. El amor quiere ser compartido y sólo así permanece.
El amor necesita tiempo, quiere ser sentido y disfrutado, nada tiene que ver con lo frenético, sino con la delicadeza, pues es una fuerza divina, un fuego que nos da calor y nos inflama, es mas hace que nuestro corazón arda.
También podemos relacionarlo con la eternidad, es decir con algo que no muere, y en cierta forma esta expresión nos ayuda a darnos cuenta que el amor trasciende las barreras de un sentimiento, que por naturaleza es pasajero y lo ubica en el terreno de los valores, como algo que está más allá del tiempo.
Es propio de nosotros que habite el deseo de amar y ser amado. Todo ser humano ha sido ya tocado y fascinado por el amor. Nuestra vida ha estado marcada por ello, incluso nuestras heridas han sido por que el amor que tenemos hacia los demás pero no correspondido.
Cuando hablamos del amor pensamos que lo contrario es el odio, pero no lo es así, lo contrario al amor es la indiferencia. El odio es muchas veces la reacción a un amor no correspondido y es tan intenso el odio como el amor, que puede transformarse nuevamente en amor.
La indiferencia es lo realmente contrario al amor, pues me encierro en mí mismo, no dejo que nadie se acerque a mí, soy frío e insensible. Rechazo todo lo bueno y me niego a ser bueno con la otra persona. El indiferente se empobrece y queda interiormente vacío.
Pues el amor sólo se conserva cuando se regala. Nunca encontraremos la felicidad si la buscamos para nosotros mismos. Muchas personas buscamos la felicidad en el amor. Somos felices cuando nos sentimos amados. Pero el amor no se deja retener. Sólo fluye en mí si lo regalo continuamente, y no sólo a quien me ama, sino también a otros seres humanos. De lo contrario, se convierte en egoísmo de dos personas, en una simbiosis que, tarde o temprano, terminará sofocando la vida. El amor compartido con muchas personas es el camino a la felicidad. Un amor que no se puede compartir con otros es demasiado pequeño para poder hacernos realmente felices. Por eso el amor presupone un corazón grande, pues en un lugar estrecho no se puede respirar, por eso requerimos de la amplitud y la libertad. El amor quiere ser compartido y sólo así permanece.
El amor necesita tiempo, quiere ser sentido y disfrutado, nada tiene que ver con lo frenético, sino con la delicadeza, pues es una fuerza divina, un fuego que nos da calor y nos inflama, es mas hace que nuestro corazón arda.
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