La Misión Continental
Del 13 al 31 de mayo del 2007, Obispos representantes de América Latina y El Caribe se reunieron en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, en Brasil; Santuario muy importante, para celebrar una gran reunión que se le nombró V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Las anteriores fueron: Río de Janeiro, Brasil, 1955; Medellín, Colombia, 1968; Puebla, México, 1979; Santo Domingo, República Dominicana, 1992.
En esta reunión se recordó el mandato del Señor Jesucristo de “ir y hacer discípulos suyos entre todos los pueblos”. Los obispos no solo ofrecieron un Documento final, como siempre se hace, sino que se decidió animar un gran impulso misionero con la finalidad de poner a toda la Iglesia en misión permanente. Los Obispos nos invitan a redescubrir que Cristo nos llama a ser sus discípulos. Y, si somos discípulos, no podemos dejar de ser misioneros al estilo de Jesús. Realizar una Gran Misión Continental, es una muy buena oportunidad para: Reafirmar nuestro ser de discípulos misioneros de Jesucristo. Misioneros llevando su mensaje.
A partir de una experiencia de encuentro con el Señor, personal y comunitaria.
Recomenzar nuestra vida desde Cristo, en el espíritu de la primera comunidad.
Para que nosotros que somos su pueblo en Él tengamos Vida verdadera.
El Objetivo general de la Misión será:
“Abrirnos al impulso del Espíritu Santo para “recomenzar desde Cristo” con el mismo ardor de los primeros discípulos del Señor, formando una comunidad de fe, acogedora y misionera, que con fidelidad y entusiasmo anuncie que el Señor Jesús nos ofrece a todos una Vida plena”.
¿Qué es la MC en Aparecida?
La MC es un envío (“misión”) del Señor Jesucristo, que da a cada miembro en la Iglesia, animado por el Espíritu Santo, para compartir el Evangelio de la Vida con cada persona, empezando por los que se han alejado de la Iglesia, y ofreciéndolo respetuosamente a quienes se confiesan no creyentes y ateos.
La Misión Continental es:
Un impulso misionero de toda la Iglesia en América Latina y el Caribe.
Busca ponernos a todos en la Iglesia, en un estado de misión permanente. Para que las parroquias sean más vivas.
Utilizando el modo de actuar de Jesús: preguntar, escuchar y ofrecer una experiencia de encuentro con el Señor.
Se trata de salir, más que quedarse en nuestros templos, esperando a los que vengan.
Hacer “que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera”.
La Misión pide un cambio en las personas, en el modo de actuar en la Iglesia y de servir, “implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales”.
Es un camino de transformación de la Iglesia y de la sociedad, pues el Evangelio da Vida a las personas, a las comunidades, y la MC propone ofrecer nuestro servicio evangelizador a la misma sociedad.
¿Cuál es la novedad de la MC?
Este impulso misionero se diferencia de las demás “misiones”.
Porque pretende poner a toda la Iglesia en estado permanente de misión.
Porque se hace en diálogo con el mundo en que vivimos, buscando compartir la experiencia de fe en el Señor Jesucristo.
Porque su objetivo es ofrecer, compartir y dar a “Cristo, Vida del hombre, vida del mundo”.
Porque se quiere realizar a todos los niveles de la Iglesia y no sólo a nivel parroquial o territorial.
Porque se da en un contexto cultural en que la novedad del Evangelio es nuestro mejor aporte al desarrollo integral de la sociedad.
En palabras de Aparecida:
“La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales…” (DA 11)
“La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios…” (DA 367)
“Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de Diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia….” (DA 365).
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