La ceniza bendita, impuesta sobre nuestra cabeza, es un signo de que humildemente reconocemos nuestra débil realidad humana, doblegada por el mal, que nos sentimos llamados por Dios a la conversión, la que podemos lograr con la oración y con mortificar nuestro cuerpo (penitencias).
La ceniza no es un rito mágico. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión, y nos prepara para LA CONFESIÓN, que es el sacramento por el que Dios nos perdona nuestros pecados.
Con ello, mostramos nuestra decisión de cambiar de vida, volver al Padre Celestial.
La conversión, que es un regalo del Espíritu Santo, no solo es el apartarse del pecado, dejar de cometerlo, sino que exige un cambio de actitud y de mentalidad: CORREGIRSE.
DIA DE ORACION Y PENITENCIA. Asiste a la Celebración Penitencial. Ahí te guiaran en la oración. Y recuerda que la mejor penitencia son los sacrificios acompañados de buenas obras.
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