Que prevalezca el entusiasmo sobre el afán de seguridad del Papa
Tanto se ha venido escribiendo sobre la seguridad y las medidas para resguardar la persona del Papa que se nos ha olvidado el entusiasmo con que debiéramos recibirlo, pues nunca volveremos a tener al Papa entre nosotros, por lo menos al Papa actual, que tuvo la gentileza de escogernos para venir a León como sede para lanzar su mensaje evangelizador, de paz y de esperanza a todo México.
Por cierto, todo mundo habla del Papa en estos días, pero la verdad es que su significado está oculto para muchos. Al final daré el significado último, pero valdrá la pena mencionar que viene del latín clásico que significa padre o tutor y éste del griego pappas que significa padre o papá y que se usaba para referirse a los obispos del Asia Menor en especial a los metropolitas u obispos de diócesis mayores en extensión o importancia, y desde el siglo XI para referirse exclusivamente al Romano Pontífice. De esta manera, Cipriano de Cartago, es llamado papa, y la primera vez que se tiene constancia del empleo de esta expresión para referirse en exclusiva al Obispo de Roma, es en una carta de Siricio a fines del siglo IV. Sin embargo, seguía usándose indistintamente para referirse a otros obispos, y desde Gregorio VII se usa exclusivamente para referirse al obispo de Roma.
Y ahora tenemos que decir que Papa es un acrónimo (palabra formada por las iniciales de otras palabras) del latín:
PETRI APOSTOLI POTESTATEM ACCIPIENS
que en nuestro idioma sería: “El que sucede al Apostol Pedro”.
Ahora sí, ya podremos gritar a los cuatro vientos:
QUE VIVA EL PAPA, Y QUE VIVA MUCHOS AÑOS
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
UN VIAJERO QUE NOS CAYÓ DEL CIELO…O MEJOR, DE ROMA
Cuando todo era tranquilidad u nos aprestábamos a comenzar un nuevo año civil, llegaban noticias cada vez más fuertes sobre una posible visita del Papa a nuestra tierra y en concreto a esta Arquidiócesis de León. Nadie sabía a qué se debía este milagro pero era cierto, Benedicto XVI caminaría por las calles de nuestra querida León y además, increíble, en mi amadísima Ciudad de Guanajuato.
Ahora tenemos todavía muchos detalles que aún no se hacen públicos, el calendario, su hospedaje, los lugares a visitar pero ya tenemos el objeto de la visita del Papa, en sus propias palabras: “Con estos vivos deseos, y sostenido por el auxilio de la providencia divina, tengo la intención de emprender un Viaje apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo… Se trata del Vicario de Cristo, tiene que confirmar en la fe a sus hermanos los obispos y alegrar a nuestro terruño con la Palabra de Cristo que siempre sabe agradable cuando Benedicto XVI lo hace con la prestancia, la profunda sabiduría y la afortunada sencillez de su palabra…. Y para que se afiance la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia… una fe que ha sido distintivo de nuestra tierra desde que la Palabra de Dios fue predicada sabiamente por los primeros misioneros que con su vida sencilla, su palabra acertada y con una profunda valentía supieron decir a los conquistadores que antes que el afán de riqueza y conquista de grandes capitales, importaba que la fe en Cristo Jesús se solidificara en el corazón de aquellas gentes que tuvieron que sufrir un cambio cultural que los dejó en una profunda soledad… de una esperanza viva… nuestra tierra, que tiene tantas soledades y una violencia que nunca llegamos a imaginarlos tiene derecho a oír que aún hay esperanzas para nuestros hogares y nuestro continente, si sabemos abrir sin miedo nuestro corazones a la gracia y al poder de Cristo Jesús… y una caridad ardiente”… una caridad que es el distintivo de Cristo: “Dios es amor” y si queremos seguir siendo discípulos de Cristo, tendremos necesidad de distinguirnos por una caridad a toda prueba, que nos haga sentirnos cada vez más cercanos a los que sufren, a los que padecen persecución e injusticia, para dar lugar a un continente del amor y de la Paz. Estoy seguro que el Papa logrará ver realizados sus deseos, y a nosotros nos dejará el deseo de ser mejores seguidores de Cristo y férvidos servidores en nuestra querida Iglesia católica. Bienvenido Benedicto XVI,
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
¿Benedicto si? ¿Benedicto no?
Aquél si conmovía, sabía sonreír, el otro si atraía a las multitudes, el anterior se notaba que le echaba ganas a sus viajes. En cambio ahora… Cuando así hablan las gentes en la calle, se refieren a Juan Pablo II que ya ha muerto y que por cierto ha sido beatificado por su sucesor, Benedicto XVI
Tenernos que considerar varios aspectos, en primer lugar, la mirada de los cristianos sobre el sucesor de Pedo, no puede ser tan superficial que se le convierta en un líder político más, pues si bien el atractivo físico o el poder de convocación de un Papa, son importantes, más lo debe ser la mirada de fe de los fieles en el sucesor de Pedro en la cátedra de Roma. Eso tiene que ocurrir con Benedicto XVI que fue elegido legítimamente y que ocupa ese lugar importantísimo en la Iglesia con una capacidad que debería de asombrarnos dada su avanzada edad.
En seguida, tenemos que considerar que cuando Juan Pablo II murió, los medios de comunicación se cerraron, esperamos que no para siempre a la Iglesia a la que comenzó a mirarse con desconfianza en gran parte por los escándalos reales o supuestos de los sacerdotes y obispos en el mundo, siendo el Papa actual el que con una gran valentía tuvo que afrontar ese problema de la Iglesia. Hoy se le conceden unos cuántos renglones al mensaje del Papa en la última página de los diarios o de los noticieros.
También tenemos que hacer mención de que las gentes cuando hablan de esa manera de Juan Pablo II, lo hacen así, superficialmente, pues si les preguntas si recuerdan una sola, una sola frase del Beato, nos encontramos con la sorpresa de que solo recuerdan su sonrisa, o sus brazos levantados o la bendición que recibieron “cerquitita”, pero ninguno de sus mensajes.
Y en descargo de Benedicto XVI hay que decir que ha llevado con mano sabia y prudente al mismo tiempo a la Iglesia introduciéndola en este nuevo milenio con un mensaje que tiene que gritar a los cuatro vientos, el mensaje evangélico y lo ha entregado cada día a los grandes de este mundo, pero también a los pequeños, a los niños, a los científicos y a los hombres del campo, a los medios de comunicación social y a los del mundo de las finanzas, como también a los países subdesarrollados, con un mensaje y con una clarividencia que no deja lugar a dudas de la importancia del mensaje evangélico que a él se le ha confiado.. El Papa merece un voto de confianza, para conocer su vida, su obra y también sus mensajes, entre los que destacan sus homilías semanales, sus encíclicas, sus cartas pastorales, y la gran campaña que nos invita a realizar, en la nueva revangelización en el mundo, y sobre todo en los países europeos de donde vino la semilla de la fe a nuestro continente. Para quienes manejan internet, y aquí entran de lleno los chavos, basta buscar Benedicto 16 en cualquier buscador y tendremos datos de primera línea, pero aún más, datos concretos de sus mensajes, en WWW.vatican.va La invitación está planteada, si queremos gozar de esa visita providencial a nuestra Arquidiócesis, vamos a conocer al Papa y nos va a encantar, porque tiene cualidades propias que nos ganarán el corazón.
P. Alberto Ramírez Mozqueda
¿MADRID SÍ, LEÓN NO?
La visita de Benedicto XVI a León.
Las similitudes y las semejanzas son muy importantes para situar un problema.
Comenzaré por decir que en Madrid el Papa convocó y la comisión respectiva se preparó con años de anticipación para hacer la convocatoria e invitar a los jóvenes a un encuentro mundial con el Papa. Y la respuesta fue multitudinaria. Días antes jóvenes de todo el mundo se congregaron para ese encuentro tan especial. El Papa indicó su deseo de reunirse con los jóvenes.
En México, de una manera especial, el Papa indicó que precisamente León sería la sede para el encuentro con los católicos mexicanos y simbólicamente con toda Latinoamérica donde reside más de la mitad de los católicos de todo el mundo y por supuesto con los jóvenes mexicanos.
Fue emocionante el encuentro con los jóvenes que se reunieron en Madrid por más de un millón de todo el mundo, de todos los continentes, de todos los colores y de todos los idiomas. Tuvieron que soportar el calor bochornoso de todo un día y por la noche, después de una preparación espiritual intensa y de cantos y alabanza netamente juveniles, cuando iniciaba la exposición del Santísimo Sacramento para la alabanza y la adoración, se declaró una tormenta de viento y de lluvia que amenazaba con tumbar el templete en que se encontraba el Papa. Todo mundo le pedía que se retirara, pero junto con los jóvenes resistió allí mismo la tempestad y cuando pudo hablar agradeció a los jóvenes que no se hubieran retirado, que lo hubieran acompañado a pesar de la lluvia. Si otras cosas no los hubieran convencido, ese gesto del Papa les ganó el corazón, y un momento después comenzó la hora de oración, con un silencio expresivo, maravilloso, conmovedor porque se trataba de una multitud de millón y medio de jóvenes que hacía un momento se mostraban bullangueros y salerosos y que desde ese momento entraban en un momento importantísimo dentro de la oración
¿Qué pasa con León? ¿Es que los jóvenes no aman al Papa como en Madrid y se muestran indiferentes frente a su llamado? ¿Será que los jóvenes tienen otros intereses y no escuchar al Vicario de Cristo sobre la tierra? ¿Por qué no se han reunido ni la cantidad pedida para hacer valla de seguridad por los lugares por donde pasará para bendecir a su pueblo? Yo me niego a pensar así y creo que otras cosan han fallado para que la invitación llegue a todos los jóvenes. Quizá no se contó con el tiempo oportuno para mover los corazones. Quizá el mensaje no fue suficiente y faltaron posters del Papa en las esquinas, en las iglesias, en los medios de comunicación. Muchas cosas pueden haber fallado, pero aún estamos a tiempo. Aún faltan más de veinte días, y si sabemos mover el agua, no sólo se congregarán los jóvenes para hacer valla y cantar y bendecir a Dios por esa visita tan inesperada pero al mismo tiempo tan querida y tan apetecida. Pastores y fieles, cristianos todos, congreguémonos para dar nuestro homenaje de fe y de alegría, al Pastor de los creyentes, y presentémosle también el homenaje de nuestros jóvenes.
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
¿Soñaste alguna vez con una Cuaresma cerca de Benedicto XVI?
Estos días las calles y las plazas de León, Silao y Guanajuato, tendrán un aspecto diferente. Las gentes estarán en las vías públicas porque quieren ver a Benedicto XVI y sentir su presencia reconfortante. Pero si somos sinceros, tendríamos que acercarnos a la misma palabra del Papa al que le hemos del que conocemos muy poco. Y precisamente en esta cuaresma, cuando el Papa está con nosotros, el Pontífice se ha dirigido a los miembros de nuestra Iglesia con un mensaje muy importante. El Papa desea que los cristianos rompamos los muros, los fosos y las barreras que nos apartan de los demás, para darnos cuenta que somos una comunidad en la que todos tenemos necesidad de sentirnos solidarios de los demás. El Papa comienza su mensaje usando un verbo de la Escritura Santa, katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Y la verdad qué importante es que alguien con autoridad, venga a despertarnos de nuestro sueño, o mejor de nuestra inconciencia, “para fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos”, pues muchas veces pasa que vivimos haciendo lo contrario: “la indiferencia, o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la :esfera privada:”. Basta preguntar por un domicilio y te darás cuenta que aunque se viva junto, nadie está enterado, a nadie le interesa, e incluso se molestan porque les preguntas. Mirar cómo manejan los “cristianos”, para darnos cuenta que priva el egoísmo, el yo primero, el porqué el otro me va a ganar, y convertimos nuestras calles en una batalla campal en la que triunfa el que pisa más fuerte el acelerador aunque tenga que bañar a los transeúntes si es tiempo de lluvia.
El Papa va más allá y nos pide que nosotros consideremos nuestra vida, como un constante cuidado por el bien de nuestros hermanos, hasta hacernos “guardianes de nuestros hermanos”, e incluso, hasta verlos como un “alter ego”, o sea “como un otro yo” a quien el Señor ama infinitamente. Si vemos a los demás de esta manera, ya no podremos pasar indiferentes y mirar que están robando en plena calle a un transeúnte o que están sustrayendo mercancía de un puesto en el mercado o ante el que es asaltado para robarle unos cuantos pesos.
Más adelante el Papa insiste en esa “anestesia espiritual” que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. Cuando hay un accidente aquí en México, siempre hay una multitud que se acerca, pero no para ayudar, para colaborar, sino muchas veces para estorbar o movidos por cierto morbo de ver al herido o al que ya ha fallecido en un accidente automovilístico e incluso, para sustraer cuanto objeto pueda ser arrastrado. Así desvalijan en unos cuántos minutos la mercancía de todo un tráiler volcado al borde del camino. Tendríamos necesidad de volver a escuchar como en dos parábolas, sobre todo, Cristo nos deja a saber su voluntad del bien por el hermano, la parábola del buen samaritano, que a diferencia de otras gentes que pasaron con un gran desinterés, éste se apeó de su cabalgadura, se acercó y se compadeció del hombre tirado al borde del camino, o la otra parábola la del rico epulón, que banqueteaba espléndidamente, mostrándose también totalmente indiferente ante la suerte del pobre que yacía lastimosamente a su puerta.
Finalmente, para nuestro intento, el Papa insiste en la necesidad de mirar por el bien total de nuestros hermanos, no sólo por sus necesidades físicas, sino por el bien espiritual del hermano, llegando hasta la misma corrección fraterna como símbolo de un verdadero interés. Ojalá que el Papa Benedicto XVI pueda acercarnos a Cristo, y suscitar interés por él y así al mismo tiempo que sentimos el gusto de ser seguidores suyos, podamos manifestar nuestra alegría por darlo a conocer a los demás.
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
Benedicto XVI, una visita y un acontecimiento que nos congrega.
Aún sin que haya llegado el momento, la venida de Benedicto XVI es todo un acontecimiento. Por supuesto que según la mentalidad, serán las notas que hacen presente al Papa en los medios escritos. Y son dos los polos que más atraen la atención. En primer lugar están los números, los pesos, los dividendos, las entradas que generará para todos la estancia del Papa entre nosotros. Comerciantes, banqueros, hoteleros, gente de turismo, gobiernos municipales, estatales y federales, están preparados para atender a los visitantes. En segundo lugar, se destaca la seguridad del Pontífice, pues como todo hombre público, está expuesto a un atentado de tantas y tantas organizaciones que tratan de acaparar la atención mundial, aunque para ello se sacrifiquen vidas humanas inocentes. Este hecho nos ha impedido hasta el momento, conocer los lugares de paso, donde las gentes podrían tributarle su homenaje al Pontífice y sentir su presencia y su bendición. Todo sea pues, por su seguridad. Otros asuntos que se destacan, será la opinión de aquellos que piensan que la visita del Pontífice obedece a motivos políticos, ya que estando en época de elecciones, él podría inclinar la balanza a determinado partido. También se destaca la avaricia de gentes que contra viento y marea están vendiendo y revendiendo boletos que aún no salen, para la Misa en el Parque Bicentenario.
Pero hay también artículos serios que han estado destacando valiosamente la figura del ilustre visitante. Nos revelan datos que para el común de la gente han estado ocultos, pues tal parece que cuando Juan Pablo II murió, se cerraron los medios de comunicación y sólo se nos dan a cuenta gotas noticias sobre la vida y la Palabra papal. De alguna forma, en estos momentos, parece más importante el estado de salud del “Coqueto” asesino serial de mujeres que la visita que nos ocupa.
Y aquí tendríamos que hacernos muchas preguntas, nosotros, Pastores. Apenas me he enterado de que hay todo un cuadro organizacional muy grande de nuestra Arquidiócesis para preparar la estancia del Pontífice entre nosotros. Pero, ¿No habrá más revuelo en los medios que entre nosotros? ¿Porqué hay mucha gente que aún ignora que el Papa estará entre nosotros, o que ignoren por lo menos la fecha de su estancia en León? ¿Habremos sentido que es en verdad un acontecimiento la visita nada menos que del Romano Pontífice que señaló con el dedo precisamente a nuestras tierras? ¿No habremos dejado pasar una gran oportunidad para mostrar lo que es nuestra Iglesia fundada en la fe en Cristo Jesús muerto y resucitado pero fincada también en la Roca que es Pedro y que sostiene la continuidad de la Iglesia hasta que todo sea entregado al Padre? Si el folleto auspiciado por nuestra Arquidiócesis que ha circulado en pocas manos, si el tríptico que se ha repartido a últimas fechas junto con una “estampita” de Benedicto XVI hubieran fallado, ¿Cuál tendría que ser el plan de emergencia en torno a la visita Papal? ¿No nos hará falta un poquito de oración? Aún tenemos dos semanas, horas santas, visitas al Santísimo, y sobre todo, dos homilías dominicales que harían posible que la figura del Pontífice no sea la de un hombre lejano, tímido, circunspecto e intelectual, sino la de un hombre que al igual que Juan Pablo II ha entregado su vida al servicio de la Iglesia y que se refleja en todos sus mensajes como un hombre cálido, acogedor, conocedor profundo del hombre y de su tiempo que invita a una nueva evangelización en todos los continentes. Que no pasemos a la historia como pastores ciegos, sordos y mudos, sino hombres y Pastores que al frente de su pueblo, puedan salir a las calles, a manifestar su alegría y su fe en la presencia del Vicario de Cristo.
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
León, capital mundial del mundo católico
Si hemos de creer a San Ambrosio de Milán que dice “Ubi Petrus, ibi ecclesia”, “Donde está Pedro está la Iglesia”, entonces la ciudad y la Arquidiócesis de León, están convertidas por unos días en la capital mundial del catolicismo.
Es muy frecuente que en muchos ambientes se diga: soy cristiano, soy católico, creo en Dios… pero no en la Iglesia. Todo porque incluso miembros de la Iglesia católica, según nos lo recuerda el mismo Papa Benedicto XVI “viven diluidos en una mundalización notoria y bailando al son de ciertas modas ideológicas que oscurecen la Verdad”, “propiciando una nueva persecución solapada, donde hay una pretensión por excluir a la Iglesia y el mensaje evangélico que ella porta de todos los foros de diálogo”.
Es este entonces el momento propicio para aclarar las cosas, y convertir la figura del Papa actual, en un símbolo de unidad tal como Cristo mismo lo quiso, excluyendo cualquier persecución contra nuestra madre la Iglesia, cualquier persecución de venga desde el exterior, pero sobre todo cualquier persecución que desafortunadamente se da dentro de la misma Iglesia, donde hay el peligro de “erosionar la integridad del Cuerpo místico, debilitando su capacidad de profecía y de testimonio, empañando la belleza de su rostro”.
Si hemos de creerle a Cristo que ha fundado en Pedro una Iglesia, una familia en camino, tendremos que caer en la cuenta de la necesidad de que esa misma Iglesia goce de la libertad necesaria, interna y externa, para poder predicar su mensaje. Pero algo que debe fundar esa libertad necesaria para la Iglesia, tiene que ser la comunión de los obispos, sucesores de los apóstoles con Pedro, cabeza visible e la Iglesia. Lo afirma el Papa: “la comunión con Pedro y sus sucesores, de hecho es garantía de libertad para los pastores de la Iglesia y para las propias comunidades confiadas a ellos”.
Esa comunión entre pastores y el Papa, tiene que ser considerada bajo dos planos, en primer lugar el plano histórico, pues “la unión con la Sede Apostólica asegura a las diócesis, la libertad respecto a poderes locales, nacionales o supranacionales que pueden en ciertos casos, obstaculizar la misión de la Iglesia”. En muchos lugares la misión de la Iglesia encuentra trabas a veces infranqueables que hacen muy difícil que el mensaje de salvación pueda llegar a todos para convertirse en vínculo de unidad, de progreso y también de salvación. Parece cosa precisamente del pasado, pero muchos sectores de la Iglesia en la actualidad, padecen verdaderos calvarios, recuerdo en este momento a esa nación de Irak que en los años pasados sufrió una invasión de la que tardará muchos, muchísimos años en reponerse y que ha traído entre otras, como consecuencia, una persecución despiadada y descarada contra los cristianos que han tenido que huir para poder conservar la vida y la propia fe.
Y la ventaja de estar unidos a un pastor que vive la plena unión con el ministerio del Papa, “es garantía también de plena libertad en el sentido de la plena adhesión a la verdad, a la auténtica tradición para que el pueblo de Dios sea preservado de errores referentes a la fe y a la moral”. Hay tantas cuestiones que afectan a la población católica y a la población en general, tantas versiones encontradas, tantas opiniones disparatadas en cuestión de sexo, de anticoncepción, de experimentos con la vida en los laboratorios, que si no se está verdaderamente en plena unión con la Santa Sede, fácilmente se cae en errores que tendrán consecuencias funestas para la humanidad.
Cristo Jesús, que quiso definitivamente una familia en la cuál pudiéramos encontrar la salvación, nos ha dejado precisamente a la Iglesia como “barca de salvación” y le ha hecho la promesa de su asistencia constante a través de los siglos, sin embargo, esa unidad con Cristo y con la Iglesia tendrá que ser sostenida por la fuerza de la oración, pero también por la presencia del Espíritu Santo que da continuidad y forma la Iglesia fundada por Cristo.
Es una verdad que la Iglesia ha reconocido primero en la vida y luego en la fe y en la definición dogmática el primado de Pedro al frente de los doce y de la Iglesia universal, desde un principio, la Iglesia de Roma reclama para sí el primado de Pedro y se le ha reconocido amplia y libremente en todos los ámbitos. El testimonio más antiguo es el del Papa Clemente hacia el año 90 cuando envía una carta a la comunidad de Corinto para dirimir una cuestión entonces discutida. Otro gran santo, Ignacio de Antioquía, unos años después, habla de Roma como aquella: “que está puesta a la cabeza de la caridad”. Tenemos también el testimonio de tantos y tantos santos y gente sencilla, que se dirigían con fe a la Sede de Pedro, intentando acercarse a la tumba del primer apóstol. El siglo pasado fue testigo de los descubrimientos bajo la basílica de San Pedro que pusieron al descubierto una tumba con todas las características del Apóstol San Pedro.
Desde el 19 de abril del 2005, Benedicto XVI camina como el 264 sucesor de San Pedro, que estos días peregrina por nuestras tierras, alegrando nuestras vidas y fortaleciendo nuestra fe, por lo que orgullosamente podemos decir que nuestra arquidiócesis se ha convertido por breves días, en la capital del catolicismo mundial.
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
¿Fuera de la Iglesia no hay salvación?
Por mucho tiempo se nos dijo que “fuera de la Iglesia no hay salvación” y nos la habíamos creído sintiéndonos de los buenos, de los elegidos, pero pensándolo bien, ¿que habría sido de todos los millones de los hombres y mujeres que vivieron antes de Cristo y que no tuvieron esa gracia del encuentro con él? ¿Y todos los que aún el día de hoy, sin culpa suya no les ha llegado la luz del Evangelio, porque los cristianos se han dormido en sus laureles y aún después de veinte siglos no se ponen las pilas y no se han decidido a ser auténticos misioneros?. Si de veras creen en el evangelio, y considerando que es la gran cosa el haberse encontrado con Cristo, tendrán que ir a donde aún no llega el mensaje divino, para hacer a otros, portadores de la gracia y de la luz del Divino Salvador.
El Concilio Vaticano Ii afirma: “Quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras. Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna.
La autoridad del Concilio es indiscutible, y señala los medios de salvación para los que no conocen el Evangelio: proceder con un corazón sincero, esforzándose con la ayuda de la gracia, en cumplir la voluntad de Dios que pueden conocer mediante su conciencia. Qué descanso da saber que otras gentes pueden entonces estar en este momento intentando su salvación aún fuera de la Iglesia.
El mismo Concilio insiste con toda claridad: “Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida”.
“Por lo cual la Iglesia, acordándose del mandato del Señor, que dijo: «Predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15), procura con gran solicitud fomentar las misiones para promover la gloria de Dios y la salvación de todos éstos” y Benedicto XVI es un claro ejemplo de esa vida entregada a la evangelización y a la misión universal de la Iglesia, pues a pesar de su edad, durante su pontificado, lleva ya 45 viajes. Que el Señor lo siga impulsado para ser un verdadero apóstol de las misiones en el mundo.
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
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