Las características de la Pastoral Social


Si hiciéramos una lista de las necesidades más grandes de nuestra patria y las ordenáramos por urgencias, muchas de las acciones que se realizan a nivel social pasarían a ser un tanto superficiales, meramente estéticas o vanamente ideológicas. Pero felizmente, sí hay muchas personas de buena voluntad que salen de sí mismos, de sus propias necesidades para buscar una patria donde hablemos el lenguaje de la misericordia; son personas que han soñado con un mundo donde todos tengamos las mismas oportunidades de llevar una vida digna. Entendiendo que esa misma dignidad de vida nos libera de los egoísmos, que nos empujan a levantar la bandera de nuestros “derechos” sin que nos importe, si con ello pisoteamos los derechos de los que no pueden defenderse.

Si somos cristianos es porque seguimos el mensaje de vida y de salvación de Nuestro Señor Jesucristo, no las ideas de algún gran ideólogo. En la etapa de sensibilización de la Campaña de Pastoral Social, se pretende que no solo nos enteremos de que hay una nueva Campaña de Pastoral en la Diócesis, más bien se busca que abramos los ojos y el corazón para percibir la necesidad de reconstruir las buenas relaciones sociales, la búsqueda de la justicia, la necesidad del cambio de las estructuras que le impiden a muchos la vida, que abramos nuestro tiempo a la caridad con todas sus variadas formas, devolverle a la vida desde mi fe, un poco de lo mucho que me da.

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos dice: “La pastoral social es la expresión viva y concreta de una Iglesia plenamente consciente de su misión de evangelizar las realidades sociales, económicas, culturales y políticas del mundo.”(No. 524), la Iglesia busca una vida mejor para todos como parte del anuncio de Cristo.

Para que se considere una acción social como pastoral necesita unas determinadas características, que han sido tomadas del documento explicativo de la Pastoral Social difundido por la Comisión Diocesana encargada de la Campaña: La Pastoral Social nace de la Palabra de Dios y de la auténtica Tradición de la Iglesia. De ahí toma su inspiración e iluminación, la sustancia del mensaje que transmite, los valores que busca trasladar a la sociedad humana; a la luz de la palabra, leída e interpretada en comunidad cristiana, descubre la realidad y percibe el plan de Dios sobre cada momento de la historia. La Palabra de Dios fundamenta la visión sobre el hombre, el destino de los bienes del mundo, el sentido de las relaciones sociales, el sentido del poder y autoridad como servicio. (cfr. Octogesima Adveniens 4).

Es prolongación de la acción de Cristo. Con Jesucristo se inicia la historia nueva. La Pastoral Social hace presente a Jesús, compartiendo la vida, las esperanzas y las angustias del pueblo, y muestra, por el testimonio, que Él es el Cristo creído, proclamado y celebrado por la Iglesia.

Es eclesial. Las profundas transformaciones de la sociedad, los nuevos condicionamientos culturales, particularmente la secularización y la autonomía de lo temporal, han traído una profunda revisión de la misión eclesial de servicio al mundo y del testimonio de la caridad. La Pastoral Social pertenece a la misión de la Iglesia. El proyecto del Reino de Dios incluye entre sus metas la promoción integral del hombre (cfr. Gaudium et Spes 45).Hoy crece la conciencia de que la diaconía es signo del amor, germen del Reino de Dios; además existe una unión inseparable entre evangelización y promoción integral del hombre (cfr. Evangelii Nuntiandi 31). Es verdad, la liberación de Cristo queda mutilada si olvidamos que dentro de la acción pastoral, también debe haber la transformación del hombre, sujeto de su propio desarrollo individual y comunitario. La acción pastoral está incompleta si no se tiene en cuenta la transformación del hombre y la sociedad. Uno de los grandes desafíos de la Iglesia es convencer a los cristianos que ellos son sujetos de la Pastoral Social “en primera persona”, y que esta responsabilidad no se cumple con el recurso fácil de la limosna, o el pensar de que “otros lo harán”, o “eso le toca la párroco o al Obispo”. Cuando intervenimos en lo social, no lo hacemos como una institución cualquiera de beneficencia o desarrollo social, sino en nombre y por mandato de la Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo.

Se inserta en la Iglesia local. El trabajo de Pastoral Social debe crear una comunidad de servicio. La comunidad cristiana no debe quedarse en reducirse en el cumplimiento de prácticas rituales y delegar a unos cuantos el deber de la caridad.

Es una dimensión esencial de la Pastoral Orgánica. La Evangelización tiene una dimensión social, de otra manera es una acción incompleta. La Pastoral Social es una tarea intraeclesial; hace presentes los rasgos del amor evangélico; y es criterio de autenticidad de las otras funciones eclesiales: La catequesis y la liturgia se encarnan en la cultura y en la realidad histórica y social; La catequesis y la liturgia asumen a la persona, reconocen su dignidad y sus derechos; La catequesis favorece la opción por una evangelización en la promoción humana.

Es fruto de la virtud de la caridad. La caridad entendida como amor-ágape es la virtud constitutiva de la Pastoral Social y de sus estructuras. Es su espíritu. La Pastoral Social carece de razón si no se la fundamenta en el anuncio y testimonio del amor-ágape o caridad evangélica. El verdadero amor que es seguimiento a Cristo, no tiene sentido si no se expresa en la conversión profunda de las conciencias y de las estructuras conforme a las exigencias de la justicia. Hoy la santidad no es posible sin un compromiso con la justicia, sin una solidaridad con los pobres y oprimidos.

P. Apolinar Torres O.

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