DÍA DE TODOS LOS SANTOS


(La fiesta de los que encontraron la felicidad en este mundo)
- Hoy la Iglesia celebra la fiesta de todos los santos, sean de la cultura, raza o religión que sean. No sólo de los santos católicos, sino de todos, porque santos hay en todas las culturas, razas y religiones. Y para ser santo no hace falta que canonicen a una persona. Cuando la Iglesia canoniza a una persona, no la hace santa, sino que reconoce que es santa. Lo que ocurre es que, hasta ahora, no ha declarado la santidad de todas las personas, por lo menos oficialmente.
- Y hoy hemos proclamado el Evangelio de las Bienaventuranzas, Mateo 5,3-12, que pronunció Jesús para darnos a entender los que son verdaderamente felices, los que van por camino de la verdadera felicidad y por dónde tenemos que caminar cada uno de nosotros, y la humanidad entera, para encontrar esa felicidad que deseamos y buscamos con tanta fuerza. En las Bienaventuranzas Jesús nos transmite lo que Él había vivido y lo que Él creía que podía ayudarnos a humanizar al máximo nuestra vida.
- Se lee este Evangelio, hoy día de Todos los Santos, porque un “santo” es la persona que ha desarrollado al máximo su humanidad, sobre todo su capacidad de amar, aunque tenga defectos como todos los tenemos.
- ¿Y quiénes son los que Jesús dice que son verdaderamente felices, los que han humanizado más su vida? Según Él, son los pobres (los que se han liberado del dinero), los no violentos activos (los que no luchan desde la fuerza sino desde la “no violencia”), los que sufren a causa de la injusticia (no los que hacen sufrir a otros, no los que sufren por su egoísmo), Los que tienen hambre y sed de justicia (de un mundo justo que haga posible una vida digna para todos), los que son sensibles al sufrimiento de los demás y se solidarizan con ellos (no se quedan en puros sentimientos), las personas transparentes y sinceras (libres de segundas intenciones y de intereses egoístas), los que trabajan por la paz (una paz fundada en la justicia, los que luchan por el bien de todos, no de unos pocos), y los perseguidos por causa de la justicia (aquellos a los que no les importa arriesgar su vida con tal de que haya un mundo justo).
- Las Bienaventuranzas han sido actuales en todas las épocas de la historia, y son todavía más actuales en la época en que vivimos. Todo el mundo ha pensado siempre, y sigue pensando, que eso es lo que se tiene que hacer y así se tiene que vivir en los distintos niveles y circunstancias de la vida humana, en las distintas culturas y razas. Y aunque a todos nos gusta la “buena vida” y nos cuesta mucho sacrificarnos por los demás, y aunque muchas veces elegimos el “pasarlo bien” en lugar de la verdadera felicidad, todos estamos deseando que se pongan en práctica todas y cada una de las ocho Bienaventuranzas que Jesús nos presenta hoy en el Evangelio.
- Ante esta ola de corrupción que está viviendo, no sólo España, sino todas las naciones del mundo, todos deseamos que en la política haya personas libres de la esclavitud del dinero, (pobres de en el espíritu). Ante la avaricia de tanto empresario y responsables de la economía, todos nos preguntamos ¿cuándo se acabará la ambición de los que tienen en sus manos la riqueza de la humanidad, que está provocando el paro, el hambre y la miseria de miles de millones de seres humanos? Deseamos ver en los puestos de responsabilidad de la economía “pobres en espíritu”, personas libres de la esclavitud del dinero. Y, al ver todo lo que está pasando en la sociedad nos damos cuenta de que, tampoco nosotros estamos libres de nuestro apego al dinero (sea mucho o sea poco) y a muchas cosas, Tenemos mucho más de lo que necesitamos. Podríamos compartir muchas cosas con los necesitados.
- Ante la terrible enfermedad de la violencia, por la que está atravesando nuestra sociedad, en la familia y a todos los niveles, la proliferación de conflictos armados en el mundo, la carrera de armamentos, la destrucción de la naturaleza, el racismo y el aborto, quisiéramos ver personas “no violentas”, personas que respetan la vida y luchan desde la “no violencia”. La supervivencia de la especie humana en este planeta solo la puede garantizar la no violencia.
- Ante la sed infinita de tener, de consumir y de placer, de sexo, de alcohol y de drogas que nos destruyen y nos hacen a todos más egoístas, más preocupados de nosotros mismos, sin pensar en los demás, y sobre todo al margen de los que sufren hoy día en el mundo, necesitamos a una humanidad hambrienta y sedienta de justicia, una humanidad con aspiraciones más nobles y más humanas. Una humanidad que busque la verdadera felicidad, no el puro placer.
- Ante una humanidad totalmente insensible, que tiene un corazón de piedra, a la que no le importa que cada día mueran miles de personas, ciega y sorda a las angustias por las que atraviesa actualmente la humanidad; ante unos gobernantes que sólo buscan mantenerse en el poder o conseguir el poder, totalmente insensibles ante el sufrimiento del pueblo, sordos a las reivindicaciones sociales, necesitamos personas con corazón sensible, con corazón humano que acoja las necesidades y sufrimientos del mundo y que respondan a esta situación con todos los medios a su alcance, y que encuentren en eso su felicidad.
- Ante un mundo de pura fachada, y pura apariencia que no tiene nada detrás, mundo de hipocresía y de propaganda que sólo busca intereses; de medias verdades y de grandes mentiras; de secretismo y de falta de transparencia, necesitamos corazones limpios y transparentes, que no engañen a nadie, que inspiren confianza y que den seguridad a las personas que los escuchan y que los miran.
- Ante un mundo lleno de conflictos, que pretende construir la paz al margen de la justicia, que sólo intenta mantener el sistema económico aunque queden en el paro millones de personas, que intenta salvaguardar un “orden” que mantiene a unos en la opulencia y a otros en la precariedad y la miseria, hacen falta personas que construyan la paz que tiene como fundamento la justicia, el respeto y la vida digna para todos los seres humanos. Unas personas que busquen la felicidad de la igualdad, no la felicidad del poder.
- Ante unas personas que se echan para atrás ante los riesgos económicos y humanos que supone el construir un mundo más justo, más humano, hacen falta personas que se expongan a perderlo todo, no sólo el poder y el dinero, sino hasta la propia vida. El bien más importante no es el vivir, sino el amar y, sobre todo el llegar a entregar la vida por amor. ¡Qué mundo tan maravilloso si, por lo menos, aspiráramos a vivir desde la Bienaventuranzas! Entonces la humanidad podría ser verdadera humanidad.
Señor Jesús, tú encontraste la felicidad más grande viviendo como nos dices en tu Evangelio. Tú no fuiste un infeliz, ni un loco. Tú nos propones el camino de la verdadera humanidad, el camino en el que nos podemos encontrar las personas de todas las razas y de todas las religiones. No nos dejes caer en la tentación de las falsas felicidades que nos ofrece este mundo. Ayúdanos a compartir tu vida para poder encontrarnos con lo que nosotros somos, con nuestra humanidad y con la humanidad de todos nuestros semejantes.

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