PROCESO PARA LA PROFUNDIZACIÓN DEL DOCUMENTO DE APARECIDA SUBSIDIO II "LA MISIÓN"


SUBSIDIO II


LA MISIÓN CONTINENTAL EN EL DOCUMENTO DE APARECIDA

"NECESITAMOS DESARROLLAR LA DIMENSIÓN MISIONERA DE LA VIDA EN CRISTO" (DA 362)

Objetivo de todo el proceso:
“Profundizar en el conocimiento del Documento de Aparecida, impregnados del espíritu eclesial de la Nueva Evangelización,  para seguir formando en todos una conciencia misionera que nos ayude a realizar la Misión Permanente a través del nuevo Plan Diocesano de Pastoral”.

Itinerario 2014:
·         Enero: Espiritualidad y Conversión.
·         Febrero: La Misión
·         Marzo: Los Laicos
·         Abril: El Discipulado Misionero
·         Mayo: Familia y Jóvenes.
·         Junio: Eclesiología y Parroquia.



SUBSIDIO II
LA MISIÓN CONTINENTAL EN EL DOCUMENTO DE APARECIDA

"NECESITAMOS DESARROLLAR LA DIMENSIÓN MISIONERA DE LA VIDA EN CRISTO" (DA 362)


NECESIDAD DE UNA IGLESIA EN MISIÓN PERMANENTE
La urgente necesidad de poner a la Iglesia de Latinoamérica en estado permanente de misión nos lleva a responder a una pregunta prioritaria que surge espontáneamente ¿para qué la misión?  A ella responde en primer lugar el Santo Padre Francisco señalando que todo creyente  está invitado a trabajar en  una nueva etapa evangelizadora que impulsa la Iglesia en el mundo actual que, con su oferta abrumadora de consumo material está llevando al hombre a la pérdida de la vida interior. Esto es grave ya que "ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien" (EG 2).

Los Obispos reunidos en Aparecida manifestaban que estamos precisamente en un momento muy propicio para fortalecer el dinamismo misionero en nuestro Continente y es que "nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana  arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo. Él se manifiesta como novedad de vida y de misión en todas las dimensiones de la existencia personal y social. Esto requiere, desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres" (DA 13).

LA MISIÓN CONSTITUYE A LA IGLESIA
El mandato que hizo Jesús a los Apóstoles de "ir y hacer discípulos a todas las naciones" (Cfr. Mt 28,20), ha motivado a los Obispos reunidos en Aparecida a proponerse como meta prioritaria pastoral la Misión Permanente en todo el Continente. Uno de los objetivos de la Misión Continental será el tomar conciencia de que ésta no es sólo un evento masivo momentáneo o un fenómeno fanático  meramente llamativo, sino que realmente forma parte de la dimensión misionera de la de la identidad de la Iglesia y del discípulo  del Señor: "la Iglesia tiene la gran tarea de custodiar  y alimentar la fe del Pueblo de Dios y de recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo" (Benedicto XVI, Discurso inaugural V Conferencia general del Episcopado latinoamericano, Aparecida, Brasil 3).

La Misión es pues, como los ha enseñado siempre la Iglesia (AG 2), parte constitutiva de la identidad de la Iglesia  llamada por su Señor a evangelizar a todos los pueblos de la tierra. Por ello, la Misión debe, ante todo, animar la vocación misionera de los cristianos, fortaleciendo las raíces de su fe y despertando su responsabilidad para que todas las comunidades cristianas se pongan es estado permanente de misión. La Iglesia necesita proclamar con vigor la Buena Nueva que propicie una renovación eclesial profunda y una transformación eficaz de la sociedad: "No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas,  las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas   de sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino acudir en todas direcciones para proclamar que el mal  y la muerte no tienen la última palabra, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia…"  (DA 548).

FINALIDAD DE LA MISIÓN
Los Obispos reunido en Aparecida han afirmado claramente que "hoy, toda la iglesia en América Latina y el Caribe quiere ponerse en estado de misión"  (DA 213). Se trata de fortalecer la dimensión misionera de la Iglesia en el Continente y desde el Continente. El "estado permanente de misión" implica ardor interior y confianza plena  en el Señor, como también  continuidad, firmeza y constancia para llevar "nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos depara grandes sorpresas" (DA 551).
Además, la Misión permanente pretende impulsar y fortalecer el seguimiento de Cristo ya que "Él nos convoca en la Iglesia, y quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente" (DA 548).
Para que la misión sea eficaz, se hace una necesidad urgente renovar y reorientar con un espíritu misionero las estructuras eclesiales que están al servicio de la pastoral de la Iglesia que permitan el surgimiento de "nuevos caminos y proyectos pastorales creativos, que infundan una firme esperanza para vivir  de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla así en el propio ambiente"  (Benedicto XVI, Discurso inaugural V Conferencia general del Episcopado latinoamericano, Aparecida, Brasil 2).
Por ello, la Iglesia de Latinoamérica debe forjar estructuras abiertas y flexibles capaces de animar una misión permanente en cada iglesia particular, ya que "está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales" (DA 11). Esto implica superar la mentalidad de una mera pastoral de mantenimiento o clientelar y  optar por una pastoral eminentemente misionera. "Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde  un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros" (DA 11).

CONTENIDO DEL ANUNCIO EN LA MISIÓN
Aparecida proclama solemnemente que “la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (DA 361). De ahí la insistencia en tener un encuentro con Jesucristo, como experiencia de Dios decisiva para el futuro de la Iglesia católica en el Continente. La realidad actual de América Latina nos exige "recomenzar todo desde Cristo" (DA 12; 41; 549). Esta es una condición indispensable de un cristianismo de fuertes raíces de fe, capaz de encarar los nuevos tiempos y de evangelizarlos.  El encuentro con Jesucristo que Aparecida propicia se inspira en el encuentro que tuvieron los primeros discípulos con Él. Éstos llegaron a ser misioneros en primer lugar gracias a la llamada del Maestro (DA 129-135). La Pastoral debería, en consecuencia, ayudar a las personas a descubrir el llamado que Jesús les hace a participar de algún modo en su misión. Para esto, tiene que favorecer una experiencia  personal e íntima de Jesucristo, un conocimiento de primer grado del Señor, que desencadene la fe de los llamados como sucedió con los  discípulos. El encuentro con Jesucristo se traduce en una respuesta de seguimiento  y participación en la misión.  Estas son las dos grandes dimensiones del creyente: discipulado y misión. El encuentro con Cristo las alimenta de modo que "el discípulo es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el Maestro que lo conduce y acompaña" (DA 277).

CRITERIOS PARA LA MISIÓN
La Misión a la que nos están convocando los Obispos en Aparecida nos exige tener en cuenta algunos criterios para  poder alcanzar los objetivos contemplados.

- La conversión personal y pastoral.  La Misión exige una indispensable conversión pastoral, tanto de las personas como de las mismas estructuras de la Iglesia, los planes pastorales y, en general, todas las actividades pastorales.  Por lo que se refiera a la conversión personal, ésta brota de una autentica experiencia de Jesucristo y se manifiesta en un compromiso pleno en la Misión: "en nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un encuentro personal con Jesucristo, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático  y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio integral de vida" (DA 226a). Así, "el discípulo hace experiencia con Jesucristo vivo, madura su vocación cristiana, descubre la riqueza y la gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegría" (DA 167).
La conversión pastoral  exige renovar las estructuras caducas y buscar nuevas formas como lo exigen los desafíos actuales: "la conversión pastoral  de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera" (DA 370).

- Dinamismo abierto al Espíritu y a la creatividad para responder a los retos y desafíos que plantea la situación actual. La presencia de Cristo en su Iglesia enviada a la Misión se prolonga en la asistencia del Espíritu que Él ha enviado. "El Espíritu forja misioneros decididos y valientes como Pedro (cf. Hech 4,13) y Pablo (cf. Hech 13,9), señala los lugares que deben ser evangelizados y elige a quienes deben hacerlo (cf. Hech  13, 2)" (DA 150). "El mismo y único Espíritu guía y fortalece a la Iglesia en el anuncio de la Palabra, en la celebración de la fe y en el servicio de la caridad hasta que el Cuerpo de Cristo alcance la estatura de Cristo" (DA 151).

- La necesaria la participación de todos los bautizados.  Aparecida, con base en la enseñanza del Vaticano II, fundamenta la participación de los laicos en la misión en condición de bautizados: "ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia  y en el mundo" (DA 209). El campo específico de la participación de los laicos en la misión, como ya lo enseñaba Evangelii Nuntiandi (EN 70) es el campo de las realidades temporales: "su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio" (DA 210).

- Que se realice con un proceso gradual y progresivo. "Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discípulo misionero" (DA 362).  No basta el primer anuncio kerigmatico en la misión, es necesario que conscientes de su vocación y compromiso de ser discípulos misioneros, los creyentes reciban una formación progresiva y gradual en la fe. Ésta tendrá como finalidad "ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo y, así reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores  que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo" (DA 279).

- La vivencia de la comunión (Pastores y fieles), dimensión constitutiva de los discípulos misioneros. La vocación a la comunión está fundamentada en la misma voluntad de Cristo que llama a los discípulos para vivir en comunión con Él. Sólo en la comunión con Él se logra la comunión con todos. "hoy también el encuentro de los discípulos con Jesús en la intimidad es indispensable para alimentar la vida comunitaria y la actividad misionera de la Iglesia" (DA  154). "La vocación al discípulo misionero es con – vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado son comunión" (DA 156).

- Opción por el Ecumenismo y el diálogo con otros grupos religiosos. Sigue siendo decisiva, la opción por el diálogo ecuménico en esta nueva etapa evangelizadora: "queremos que el diálogo y la cooperación ecuménica se encaminen a suscitar nuevas formas de discipulado y misión en comunión….donde se establece el diálogo, disminuye el proselitismo, crece el conocimiento recíproco, el respeto y se abren posibilidades de testimonio común " (DA 233).

RESPONSABLES Y AGENTES DE LA MISIÓN
La realización de la misión requerirá de la decidida colaboración del CELAM, de las Conferencias Episcopales, las Diócesis particulares, las parroquias. Son los responsables directos.  El CELAM es un organismo eclesial que "favorece la comunión y el intercambio entre las iglesias" (DA 183). En las Conferencias Episcopales  "los Obispos encuentran un espacio de discernimiento solidario de los grandes problemas de la sociedad y de la Iglesia, y el estímulo para brindar las orientaciones pastorales que animen a los miembros del Pueblo de Dios a asumir con  fidelidad y decisión su vocación de ser discípulos misioneros" (DA 181). Por ello, "cada Diócesis que es una comunidad misionera, necesita robustecer su conciencia misionera" (DA 168). De esta manera, las parroquias podrán ser las comunidades  "en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo" (DA 170).
Los agentes pastorales son todos los bautizados. Los Obispos reunidos en Aparecida especifican cuál es la tarea específica de todos y cada uno de los miembros de la Iglesia, pastores y fieles, en la misión de la Iglesia.

El Obispo es el primer responsable  de la misión en cada iglesia particular y es quien debe convocar a todas las fuerzas vivas de la comunidad a la misión. "Como pastores son servidores del Evangelio" (DA 186). "Su principal  tarea es ser maestro de la fe, anunciador de la Palabra de Dios" (DA 189).
Los Ministros Ordenados, sacerdotes y diáconos, deben ser conscientes del momento de gracia que vive la Iglesia, ya que se les pide renovar la comunión entre sí y con su Obispo.  Necesitan renovar el entusiasmo y la entrega al servicio del Evangelio. Son los portadores primeros de toda la labor misionera de la Iglesia: "la renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco  sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero al mismo tiempo debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración" (DA 201).

Cualquier esfuerzo misionero exige, de modo particular, la participación activa y comprometida de los fieles laicos. "Ellos han de ser parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de los proyectos pastorales a favor de la comunidad" (DA 213).
La misión continental debe tener especial penetración en los sectores culturales, políticos y de dirigentes sociales y económicos que identifican a nuestra sociedad globalizada. Es ahí donde está la misión específica de los laicos, la cual no debe nunca a los servicios dentro de la comunidad eclesial.
Los miembros de los Institutos de Vida consagrada, tanto varones como mujeres, están llamados a dar testimonio de la alegría de ser pertenencia de Dios como discípulos misioneros de Cristo. "La vida consagrada es un don del padre por medio de su Espíritu a su Iglesia, y constituye un elemento decisivo para su misión" (DA 216).

DESTINATARIOS DE LA MISIÓN
Los destinatarios de la misión somos todos, comenzando por los discípulos misioneros que animan el proceso evangelizador, pero especialmente debe dirigirse a los pobres, a los que sufren y a los alejados (DA 550), e impulsar a los constructores de la sociedad a su misión cristiana de transformarla. Llegar a los más alejados debe ser uno de los objetivos de la dimensión misionera de la Iglesia, utilizando los medios adecuados para cada situación. "No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en América Latina" (DA 567).

MEDIOS PARA LA MISIÓN
La Palabra de Dios, lugar de encuentro con Jesucristo
Si el objetivo central de la Misión es llevar a las personas a un verdadero encuentro con Jesucristo, el primer espacio de encuentro con Él será el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa (DA 246).

De ahí la necesidad de implementar la animación bíblica de la vida pastoral "que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra" (DA 247). 
Por tanto, Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios (DA 247).

ALIMENTARSE DE LA EUCARÍSTICA
Un segundo medio para la misión  es la Sagrada Liturgia, en especial, los sacramentos de la Iniciación cristiana, signos que expresan y realizan la vocación de discípulos de Jesús a cuyo seguimiento somos llamados. De manera significativa, al Eucaristía es "el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo.  Y es, a la vez, fuente inagotable de la vocación cristiana y del impulso misionero" (DA 251). 

CONSTRUIR LA IGLESIA COMO CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN
Un tercer espacio de encuentro con Jesucristo es la vida comunitaria. "Jesús está presente en medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno" (DA 256).
Formar comunidad implica abrazar el estilo de vida de Jesús, asumir su destino pascual,  con todas sus exigencias, participar en su misión, estar en actitud  de permanente conversión y mantener la alegría del discípulo misionero al servicio del Reino.

SERVIR A LA SOCIEDAD, CUYOS DESTINATARIOS PRIMORDIALES SON LOS POBRES
Un cuarto medio para el encuentro con Jesucristo y de acción misionera es el servicio a la sociedad. Debe fortalecerse la fraternidad con los más pobres y afligidos, "que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo" (DA 257).
Se hace así necesario la renovación y el fortalecimiento de la pastoral social, a fin de que se exprese en signos concretos la opción preferencial por los pobres y excluidos, especialmente las personas que viven en la calle, con los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes, los niños en situaciones de riesgo y los detenidos en las cárceles (DA 399-430).

Los medios para la misión,  en su conjunto, deben ser nuestro instrumento para lograr la gran meta: impulsar la realización de la Misión Continental de tal forma que las iglesias del Continente se pongan en estado de misión. Esto significa que la acción misionera intensiva sea motivadora, que asuman la misión permanente como plan pastoral.

ESPACIOS  PARA LA COMUNIÓN Y LA MISIÓN
En la Arquidiócesis necesita robustecer su conciencia misionera, saliendo al encuentro de quienes aún no creen en Cristo y responder adecuadamente a los grandes problemas de la sociedad actual.  Se debe salir también en busca de los bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas  (DA 168).
 Como Aparecida lo recomienda, debe fortalecerse la formación de los discípulos misioneros con un proceso orgánico y bien pensado y efectivo (DA  281).

La parroquia sigue siendo un espacio irrenunciable de educación en la fe de los discípulos misioneros en todas las etapas y circunstancias de la vida (DA  293).  Los mejores esfuerzos de las parroquias deben estar en la convocatoria y en la formación de los laicos misioneros, para poder responder a las exigencias misioneras del momento actual (DA 174).

La renovación misionera de las parroquias exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y de grupos, capaces de que sus miembros se sientan realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión "para ello, toda parroquia está llamada a ser espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa la adoración del Cuerpo de Cristo, y así, es la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo con la Palabra viva y eficaz" (DA 172).

La acción evangelizadora de la Iglesia requiere, responder a las nuevas situaciones y necesidades de este tiempo. Sabiendo que la parroquia no puede llegar a todos los ambientes urbanos, los movimientos y nuevas comunidades son un don de Dios para nuestro tiempo para que las personas más alejadas puedan tener la experiencia del encuentro con Jesucristo (DA 312).


Vicaría de Pastoral
Arquidiócesis de León

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