Con el Concilio Vaticano II comienza una nueva primavera para toda la Iglesia, pues volvió la mirada a nuestro ser y quehacer de Iglesia Católica, promoviendo una renovación desde el mismo Evangelio, que nos ayudó a mirarnos y vivir como la Iglesia del Plan de Dios, es decir, el Pueblo de Dios; así nuestra Diócesis comenzó una nueva manera de ser y hacer Iglesia.
Con la finalidad de vivir el Concilio, se comenzaron a dar pasos de acuerdo a las posibilidades y situación religiosa, social y cultural de nuestro territorio del Bajío. Tuvo lugar la formación de los Decanatos y se realizó una Misión, con la finalidad de reavivar la fe y hacer partícipes a todos los miembros del pueblo de Dios, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos.
Con esta estructura se dio inicio a un nuevo ser de Iglesia, dando la importancia al papel de los laicos en sus diversos movimientos apostólicos. Más tarde se daría inicio a la Gran Misión Diocesana en la que participaron un gran número de laicos, manifestando de esta manera su compromiso en la realización del Plan de Dios.
Se ha promovido mucho la formación integral de los sacerdotes mediante los cursos de Renovación Teológica, con semanas de formación doctrinal, humana, espiritual y pastoral.
Nuestra Iglesia Diocesana ha optado desde hace varios años por una pastoral planificada y de conjunto, mediante un plan de pastoral que marca el rumbo de toda la acción pastoral.
El primer Plan de Pastoral fue promulgado el 02 de julio del año 2000, para un periodo de 3 años, buscando la renovación de las parroquias. Al cumplirse el tiempo de la segunda etapa, también oído el parecer de la Diócesis reunida en asamblea, se decide por una tercera etapa que seguirá impulsando la renovación de la Parroquia, concentrándonos en la formación de agentes de pastoral y tres campañas de un año de duración cada una: familia y jóvenes, vocaciones y pastoral social.
Se realizó la reestructuración de la pastoral territorial, dividiendo la Diócesis en 17 decanatos y 6 zonas pastorales, para que se pueda tener mayor homogeneidad y
posibilidad de un trabajo más cercano y eficaz. Juntamente con la renovación de la pastoral territorial, se efectuó la reestructuración de la pastoral funcional, inspirados en la reestructuración que la Conferencia del Episcopado Mexicano ha efectuado a nivel nacional. Esto con la finalidad de que se tenga una pastoral más orgánica y de conjunto. Buscando que haya una fuerte interrelación entre la pastoral territorial y la pastoral funcional.
Cabe resaltar el papel tan importante de nuestros obispos quienes han guiado de manera muy generosa y con grande espíritu de fidelidad al Evangelio. El testimonio de muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que con su entrega han hecho más visible el rostro de Cristo ante la comunidad eclesial y la misma sociedad. Y, muy laudable el crecimiento de laicos que se han empeñado en unión con sus pastores por una mayor formación, tomando parte más activa en la vida eclesial y en la sociedad, quienes han sido además, un grandísimo apoyo para los sacerdotes en la acción pastoral de la vida parroquial.
Hoy es preciso agradecer a Dios la asistencia de su Espíritu que nos inspira y nos conduce en este esfuerzo eclesial por hacer nuestra la realización de su Plan en Cristo, quien ha venido a dar cumplimiento a la voluntad del Padre, llevando a cabo su Plan Salvador y siempre intercede por nosotros para que hagamos lo mismo.
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