La Parroquia subsidio VI Proceso de profundización de Aparecida

Objetivo de todo el proceso:
“Profundizar en el conocimiento del Documento de Aparecida, impregnados del espíritu eclesial de la Nueva Evangelización,  para seguir formando en todos una conciencia misionera que nos ayude a realizar la Misión Permanente a través del nuevo Plan Diocesano de Pastoral”.
Itinerario 2014:
·         Enero: Espiritualidad y Conversión.
·         Febrero: La Misión
·         Marzo: Los Laicos
·         Abril: El Discipulado Misionero
·         Mayo: Familia y Jóvenes.

·         Junio: Eclesiología y Parroquia.



SUBSIDIO VI
LA  IGLESIA EN APARECIDA
1)              Lema: Aparecida nos propone una Iglesia de Discípulos misioneros para que en El nuestros pueblos tengan vida.
1.- LA IGLESIA COMUNIÓN Y MISIÓN.
 La Iglesia toda ella se manifiesta como un pueblo convocado y reunido por la unidad del Padre del Hijo y del Espíritu Santo (LG 4) “El misterio de la Trinidad es la fuente,  y la meta del misterio de la Iglesia . La comunión de los fieles  y de las Iglesias particulares en el pueblo de Dios se sustentan en la comunión con la Trinidad” (DA 155).
La Iglesia contiene y expresa el misterio de la comunión y misión que contemplamos en la misma persona de Jesús y que tiene origen en la Santa Trinidad. Jesús es el misionero del Padre y la Iglesia es la misionera de Jesús. “Así como el Padre me ha enviado así los envío yo a ustedes” (Jn.20, 20)
Por otra parte la Iglesia se manifiesta viva, plena y operante desde Pentecostés.  Es el Espíritu Santo quién le da fuerza, valor, comunión y misión.  Así podemos decir con Aparecida “que no hay discípulos sin comunión” (DA 156)
No hay misión sin comunidad eclesial, no hay testigos creíbles  si no están injertados en Cristo a través del bautismo y de la  pertenencia a la comunidad que es donde se experimenta la caridad de hermanos.  Así la vivían las primeras comunidades cristianas quienes perseveraban constantes y unidos en la oración, en la escucha de la palabra en la fracción del pan y en la práctica de la caridad (Hc. 2,42-44)
2.- LA EUCARISTÍA Y LA IGLESIA.
La Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace a la Eucaristía, así lo decía Juan Pablo II en su bella carta sobre la Iglesia vive de la Eucaristía. En vedad la máxima expresión de comunión de vida y de culto la experimenta la Iglesia unida a la persona de Cristo y por El a la Trinidad Santa en la Celebración Eucarística.
La Iglesia en la Eucaristía no se  aliena sino se rejuvenece, no se ritualiza sino se santifica, no se aparta sino celebra en comunión con toda la Iglesia Universal, la Iglesia se nutre de la Eucaristía por el pan de la palabra y por el pan de vida de su Señor Resucitado  y el Padre sigue amando a su hijo que se ofrece en Sacrificio  y en El y con El a todo su pueblo santo, que es la Iglesia y el Espíritu Santo la santifica y produce en ella la vida del Nuevo Pentecostés que la envía a vivir lo que celebra.
La Iglesia desde la Eucaristía se vuelve una comunidad de amor que requiere posteriormente el ejercicio de un amor fraternal y una práctica efectiva de la caridad que le dé credibilidad y atracción ante el mundo moderno. “Qué también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea” (Jn. 17,21) “La Iglesia crece, no por proselitismo sino por atracción”, como Cristo atrae todo hacía sí con la fuerza de su amor” (DA 159) “La Iglesia es en conclusión “casa y escuela de comunión “, donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la Misión Evangelizadora (DA 158) . La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros nos lleva a pronunciar un sí comprometido y de radical entrega tal como lo hizo María Modelo y Madre de la Iglesia.
3.-  LA IGLESIA PEREGRINA Y MISIONERA
La Iglesia peregrina vive anticipadamente la belleza del amor, que se realizará al final de los tiempos (DA 60) porque la Iglesia es “Comunión en el Amor”.  Esta es su esencia y el signo por el cual está llamada a  ser reconocida como seguidora de Cristo y Servidora de la humanidad” (DA 161)
La Iglesia como pueblo de Dios que peregrina en la Historia “comparte los gozos, las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de todos los hombres” (GS 1 ) le corresponde a la Iglesia, desde una experiencia de comunión por el encuentro personal con Jesucristo,, dar y llevar esta novedad como discípulos misioneros a todos las gentes.  La Iglesia solo es creíble en la historia actual si practica la caridad.
Solo desde la caridad y la justicia, la vida plena en Cristo llega a ser Evangelización completa e integral.  Le corresponde a la Iglesia hacer de todo ser humano el camino de dignificación y de promoción, haciendo de los pobres sujetos de cambio y de transformación de su propia realidad (DA 394) evitando el paternalismo (DA 474) Inculturando el Evangelio (DA 479) pues “Dios en Cristo, no redime solo a la persona individual, sino también a sus relaciones sociales” (DA 359).
4.- LA IGLESIA COMUNIÓN Y MISIÓN.
 En el Pueblo de Dios “La comunión y la Misión” están profundamente unidas entre sí, la comunión es misionera y la misión es para la comunión. (DA 163).
Según Aparecida todos los dones y carismas que existen en cada comunidad o Iglesia que va desde la familia y pequeñas comunidades, sectores, parroquias, Diócesis e Iglesia Universal son dones del Espíritu Santo que contribuyen a la edificación del Cuerpo de Cristo y a la mayor vitalidad Misionera “cada comunidad está llamada a descubrir e integrar los talentos escondidos que el Espíritu regala a los fieles” (DA 162) “La Diversidad de carismas, ministerios y servicios abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión a través de la cual los dones y servicios son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (1ª.Cor.2,4-12)
5.-  UN NUEVO PENTECOSTÉS Y LA CONVERSIÓN PASTORAL EN LA IGLESIA.
La Iglesia como Comunión y Misión requiere un nuevo Pentecostés        que renueve el ardor misionero. “La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y la tibieza, al margen de los pobres del continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida de Cristo”. (DA 362)
 “Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu Santo que mueva nuestra alegría y nuestra esperanza (DA 362) ¿cómo lograrlo? Aparecida retoma el concepto de la conservación pastoral de Santo Domingo que lo toca todo y a todos en la Iglesia.  Someterlo todo a la instauración del Reino. Es el resultado de la verdadera conversión Pastoral. (DA 366).
En concreto aparecida aporta algo muy específico y original “La conversión pastoral de nuestras comunidades, exige que se pase de una pastoral de mera conversión a una pastoral decididamente misionera” (DA 370).  Este es el desafío actual y eclesiológico.  Es como la  pascua misionera que hoy exige nuestra Iglesia desde Aparecida.
Sin duda que el impulso misionero que tiene como meta la Misión Continental y permanente propuesto por Aparecida tiene un potencial  de cambio que es la Conversión Personal y Pastoral.  La Iglesia vivirá un nuevo Pentecostés y una nueva Pascua que parte de la vida de comunión como soporte espiritual en  el amor de Cristo y de todos los  hermanos y que dé el paso a vivir como discípulos misioneros en la Misión Permanente. La opción de Aparecida es proponernos realizar una Iglesia de Discípulos Misioneros.
 Con apertura al dialogo con el hombre de hoy,  con  nuevo ardor misionero que renueve una pastoral de salida: ir a todos y darlo todo.  Que sea capaz de renovar las estructuras caducas “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de Diócesis y Parroquias, comunidades religiosas y movimientos de cualquier Institución de la Iglesia ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la trasmisión de la fe” (DA 365).
6.- COMPROMISO MISIONERO.
Por eso todo discípulo por su pertenencia a Jesucristo se vuelve testigo de su muerte y Resurrección y animados por el Espíritu Santo se vuelve en un impetuoso misionero de esta experiencia que debe ser comunicada por el testimonio y por la `palabra a todos.  “La misión no se limita a un programa o proyecto sino es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Jesucristo, testimoniarlo de persona a persona de comunidad a comunidad y desde la Iglesia a todos los confines del mundo “ (DA 145)
7.-LOS CUATRO EJES QUE DEBEN OFRECERSE EN LA IGLESIA MISIONERA.
Hemos de ofrecer en nuestra Iglesia cuatro ejes:
a)   La experiencia religiosa.-  por el encuentro personal con Jesucristo mediante el anuncio kerigmático, encuentro intenso   y profundo que lleva a la auténtica conversión.
b)   La vivencia comunitaria.-  donde nuestros fieles sean acogidos fraternalmente y se sientan eclesialmente incluidos, donde se incorporen, pertenezcan y se sientan miembros de una comunidad eclesial.
c)   La formación bíblico-doctrinal.- donde profundicen en el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la Fe con acento vivencial y comunitario que no sea un conocimiento teórico y frio sino herramienta fundamental y necesaria para el crecimiento espiritual, personal y comunitario.
d)   El compromiso misionero de toda la comunidad.- que sale al encuentro de los alejados a fin de rescatarlos para Cristo y volverlos a la Iglesia.(DA 226)

LA PARROQUIA EN APARECIDA
Las Parroquias son células vivas de la Iglesia (DSD 58) y lugares privilegiados en los que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia (cf.EA41). En ellas debe hacerse vida la dimensión comunitaria de la Iglesia y reflejarse la vida de Dios Trinidad (DA 304).

La Parroquia encierra una inagotable riqueza comunitaria donde se encuentran una inmensa variedad de situaciones edades, familias, espacios que brindan la oportunidad de una formación en la fe creciente y continua (DA 305).  Son además el momento privilegiado del encuentro comunitario con El Señor Resucitado, experimentan ser una familia de fe y de caridad que se acompañan y ayudan en el seguimiento de Cristo (DA 305)

Si queremos que las Parroquias sean centros de irradiación misionera deben ser también lugares de formación permanente. Todo el itinerario de formación para los discípulos misioneros tiene principalmente su lugar y su proceso de formación  en las parroquias. Esto requiere organizar instancias formativas que aseguren el acompañamiento y la maduración en la fe de todos los agentes pastorales y principalmente de los laicos insertos en el mundo (DA 306).

“La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella.  La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo. PORQUE SOLO UN SACERDOTE ENAMORADO DEL SEÑOR PUEDE RENOVAR UNA PARROQUIA. Pero al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración.” (DA 173)

Las parroquias son el lugar privilegiado de la comunión eclesial están llamadas a ser casas y escuelas de comunión.  El deseo de una valiente acción renovadora de las parroquias se concreta en los siguientes puntos: “Ellas deben ser espacio de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolados ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a proyectos pastorales y supraparroquiales y  a las realidades circunstantes “ (DA 170) .

La tarea misionera de la parroquia es responsabilidad de todos los miembros de la comunidad es decir sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, todos son corresponsables de la evangelización integral y misionera y es el Espíritu Santo quién actúa para pasar de lo individual a lo comunitario (DA 171).

La renovación de las parroquias exige reformular sus estructuras para que sean una red de comunidades y grupos capaces de articularse como discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión.  La palabra de Dios reveladora del misterio de Dios en Jesucristo y de su voluntad se recibe, se acoge y se celebra en la parroquia y es fuente de dinamismo misionero.  La propia renovación de la parroquia exige que ella se deje iluminar siempre y de nuevo por la palabra viva y eficaz (DA 172).
Una parroquia definitivamente misionera exige imaginación y creatividad para llegar a los alejados y a las multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo.  Particularmente se plantea la creación de nuevas estructuras pastorales en el mundo urbano y en el rural para responder a nuevas formas de vida y necesidades apremiantes de evangelización  (DA 173).
Los mejores esfuerzos de las Parroquias deben estar en la convocatoria para formar laicos misioneros pues solamente a través de ellos podremos llegar a la multiplicación  de agentes que respondan a las exigencias del mundo actual.  Es necesario también recordar que hay un campo especifico de evangelización laical en el mundo del trabajo, de la cultura, de las ciencias y las artes de la política y de los medios de comunicación pero sobre todo en el ámbito de la familia de la educación y de la vida profesional que es el lugar propio donde los laicos son por naturaleza verdaderos misioneros y evangelizadores. (DA 174).
Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch. 2,46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad.  En la celebración eucarística, ella renueva su vida en Cristo.  La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los discípulos, es para la parroquia una escuela de vida cristiana. En ella justamente con la adoración eucarística, y con la práctica del sacramento de la Reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan los miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo.
a)   La Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, hace que nuestras Parroquias sean siempre comunidades eucarísticas que viven sacramentalmente el encuentro con Cristo Salvador.  Ellos también celebran con Alegría:
b)   En el Bautismo: la incorporación de un miembro nuevo miembro en Cristo y a su cuerpo que es la Iglesia.
c)   En la Confirmación: la perfección del carácter bautismal y el fortalecimiento de la pertenencia eclesial y de la madurez apostólica.
d)   En la Penitencia o Reconciliación: la conversión que todos necesitamos para combatir el pecado, que nos hace incoherentes con los compromisos bautismales.
e)   En la Unción de los Enfermos: el sentido evangélico de los miembros de la comunidad,  seriamente enfermos o en peligro de muerte.
f)    En el sacramento del Orden: el don del ministerio apostólico que sigue ejerciéndose en la Iglesia para el servicio pastoral de todos los fieles.
g)   En el Matrimonio: el amor esponsal que como gracia de Dios germina y crece hasta la madurez haciendo efectiva en la vida cotidiana la donación total que mutuamente hicieron al casarse. (DA 175)
La Eucaristía, signo de la unidad con todos, que prolonga y hace presente el misterio del Hijo de Dios hecho hombre (cf.Fil.2, 6-8), nos plantea la exigencia de una evangelización integral.  La inmensa mayoría de los católicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza. Esta tiene diversas expresiones: económica, física, espiritual, moral, etc. Sí Jesús vino para que todos tengamos vida en plenitud, la Parroquia tiene la hermosa ocasión de responder a las grandes necesidades de nuestros pueblos.  Para ello tiene que seguir el camino de Jesús y llegar a ser buena samaritana como El.  Cada Parroquia debe llegar a concretar en signos solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda “la imaginación de la caridad”.  No puede ser ajena a los grandes sufrimientos que vive la mayoría de nuestra gente y que, con mucha frecuencia, son pobrezas escondidas.  Toda auténtica misión unifica la preocupación por la dimensión trascendente del ser humano y por todas sus necesidades concretas, para que todos alcancen la plenitud que Jesucristo ofrece. (DA 176).






Vicaría de Pastoral
Arquidiócesis de León

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