El Adviento en el “Año de la Fe”



Hoy iniciamos un tiempo muy hermoso en la Iglesia y en el mundo, aunque no siempre se conoce el sentido auténtico de este tiempo; iniciamos en tiempo del Adviento, pero en este año tiene un sello particular, pues estamos en pleno “Año de la Fe” esto hace que la vivencia de este tiempo tenga características especiales.
Recordemos algunos elementos básicos: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico de la Iglesia Católica, empieza el domingo siguiente a la fiesta de Cristo Rey del Universo y termina el 24 de diciembre. El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice: “La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro". La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia. Por medio de la liturgia celebramos nuestra fe y nos abrimos a la gracia de Dios para ser santificados, por eso es tan importante en nuestra vida. El año litúrgico que iniciamos con el adviento es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Con la liturgia se celebran y actualizan las etapas más importantes del plan de salvación de Dios para nosotros. Es un camino de fe para recordar, vivir, profundizar y esperar que se sigan realizando todas las promesas de Dios.
El adviento forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia.
Aunque muchas personas no conocen los detalles de este tiempo, si pueden percibir, dentro de sí que no es lo mismo que otros tiempos del año. Como cristianos recordamos la venida de Nuestro Señor Jesucristo en la carne humana, en su naturaleza, en el adviento nos preparamos para celebrar la Navidad, el nacimiento de Cristo.
La venida de Cristo al mundo es el centro de la historia de los hombres es un acontecimiento tan importante que Dios quiso prepararlo durante siglos, y cuando llegó el momento, su Hijo llegó en unas circunstancias, que podríamos llamar, silenciosas y humildes. Aunque el tiempo del adviento en el presente, está lleno de signos externos, no podemos dejarlo ahí, tiene que ser un tiempo que toque nuestro interior, para que todo lo que hagamos se quede dentro de nosotros y nos acompañe durante todo el año.
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor que ya vino y nació en la pobreza de un pesebre para hacerse solidario con todos, especialmente con los más pobres, pero que prometió volver entre las nubes del cielo para ser juez de vivos y muertos.
Las lecturas bíblicas que se leen en las celebraciones litúrgicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen diversos pasajes proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías.
Para este “Año de la Fe” nos puede ayudar de manera especial, sí adornar nuestra casa, sí preparar las reuniones familiares, o los regalos, pero más profundamente nos ayudaría voltear a ver a las personas que la Iglesia nos presenta: Isaías, con todos los profetas y gente del Antiguo Testamento que espero al Mesías, a Juan Bautista y María de Nazaret como los modelos de creyentes que en sus actitudes y acciones nos iluminan el camino para preparar de manera personal dentro de nosotros la venida del Señor Jesús.
Medios que nos pueden ayudar: El arreglar nuestra casa, como cuando se arregla para recibir al mejor de nuestros invitados, ya que al que recibiremos no tiene comparación con ninguno.
La corona de adviento que nos guía a través de cada domingo con la reflexión de la Palabra de Dios y nos ayuda en nuestra preparación para recibir al Salvador. Las Posadas. Tradición muy nuestra que no puede faltar, en nuestra casa, en nuestra parroquia, o en casa de los amigos o parientes.
Las posadas son una muy buena catequesis para chicos y grandes, que por medio de signos externos nos da la oportunidad de acompañar a José y María en el camino a Belén en la inminente llegada del Salvador. Todos tenemos que darle su sentido correcto, para que de verdad deje lo mejor de ella en nosotros y nuestras familias.
La preparación del Nacimiento, inventado por San Francisco de Asís y traído a nuestro país por los misioneros, nos ayuda con su sencillez, a preparar nuestro interior al encuentro con El Emmanuel, Dios con nosotros.
Todos estos elementos nos han de encaminar a la recepción de los Sacramentos, hacer una buena confesión, para tener un corazón limpio y recibirlo en la Sagrada Comunión, eso sí es Navidad. En el itinerario del “Año de la Fe” en nuestra Diócesis, estamos en la fe que proclamamos, esto nos pide que profundicemos en el conocimiento de la fe para poderla proclamar con verdad y seguridad. Acerquémonos a los Documentos del Concilio Vaticano II, al Catecismo de la Iglesia Católica o su compendio y al YOUCAT para los jóvenes (y los no tanto), que pueden consultar en esta dirección http://www.youcat.org/es/home.html.
¡Vivamos este Adviento en la Fe que nos une a Dios y a la Iglesia!
P. Apolinar Torres O.

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